David Chipperfield asciende a la cima de la arquitectura. El londinense fue galardonado con el Premio Pritzker 2023, el reconocimiento más prestigioso que puede recibir un arquitecto. Un galardón para el que sonaba desde hace algunos años, y con el que se suma a una deslumbrante lista de nombres como Frank Gehry (1989), Rafael Moneo (1996) o Norman Foster (1999).
A sus 70 años, Chipperfield se declaró «abrumado» al recibir la noticia. «Como arquitectos podemos tener un papel más destacado y comprometido en la creación no solo de un mundo más hermoso sino también más justo y más sostenible. Debemos estar a la altura de este desafío y ayudar a la próxima generación a aceptar esta responsabilidad con visión y coraje”, señaló, en unas declaraciones recogidas por EFE.
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Es el premio a una arquitectura equilibrada, sin estridencias. Su estilo es definido por el fallo del jurada como «sutil pero poderoso, moderado pero elegante; es un arquitecto prolífico que es radical en su moderación, demostrando su reverencia por la historia y la cultura».
«Sus edificios siempre resistirán la prueba del tiempo porque el objetivo final de su operación es servir al bien mayor. Evitar lo que está de moda le ha permitido perdurar”, valora el chileno Alejandro Aravena, presidente del jurado y ganador del Pritzker en 2016.
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«Diseñar no es inventar colores y formas», apunta el inglés. «Se trata de desarrollar una serie de preguntas y de ideas que tienen cierto rigor y consecuencia. Y si puedes hacer eso, no importa qué camino sigas, siempre y cuando lo hagas bien y hayas sido consecuente en el proceso». Es la esencia de Chipperfield, que puede percibirse en sus cinco obras más icónicas. Así las explica EFE:
Se trata de una obra de reconstrucción que supuso la presentación en sociedad de Chipperfield. El edifico, levantado para conservar piezas valiosas como el busto de Nefertiti, fue devastado durante la Segunda Guerra Mundial. El ingles, en lugar de intervenir de lleno para dejar su sello, apostó claramente por la conservación, con un resultado brillante.
Una obra conjunta con Julian Harrap que tuvo la virtud de devolver la esencia a la construcción. «El proyecto usó murales y mosaicos antiguos detalladamente restaurados y, allí donde hacía falta incorporar materiales nuevos, eligió aquellos que evocaban la antigüedad del edificio, con un imponente resultado», define la agencia.
La efectividad es uno de los grandes valores de la arquitectura de Chipperfield, y esta obra es el mejor ejemplo. El arquitecto inglés rehabilitó y unió el edifico de la Royal Academy of Arts con uno adyacente, adquirido en los años 90. En lugar de intentar destacar inventando algo nuevo y llamativo, optó por ceñirse a las necesidades del proyecto, logrando una conexión natural y una amplitud de espacio que benefició a la organización.
En la capital coreana, Chipperfield se permitió más libertades para crear «un edificio con una identidad distinta». Con las oficinas en la primera planta, el acceso al edificio es llamativo, ya que la parte baja está abierta por cada lado. El hall puede albergar eventos y todo tipo de actividades, además de «un museo, una biblioteca, una cafetería y zonas comerciales».
En esta ocasión, Chipperfield decidió apostar por la cantidad creando, en lugar de una única construcción, una ciudad que acogiera todas las dependencias judiciales de Barcelona. Una decena de edificios de distintos colores conectados y con una plaza central. Una idea a contracorriente del rígido concepto tradicional de justicia.
Berlín acogió una de las primeras grandes obras de Chipperfield y también una de las más recientes. Fue, de nuevo, una restauración, en este caso del icónico edificio de Mies van der Rohe. «Chipperfield reparó la estructura de hormigón y realizó mejoras técnicas en iluminación, seguridad y ventilación, sin comprometer el espíritu original del edificio». El trabajo supuso desmontar más de 30 mil piezas originales de la construcción para volver a colocarlas en su sitio.
Son las cinco obras que mejor definen los valores con los que Chipperfield ha llegado al piso más alto de la arquitectura mundial.
Borja Santamaría
Bienvenido al mejor rascacielos del mundo; está en Ámsterdam y son tres edificios en uno
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