En las serpenteantes calles de Venecia, donde cada rincón cuenta una historia y cada edificio evoca el esplendor de tiempos pasados, se encuentra un lugar que ha trascendido las barreras del tiempo para convertirse en una leyenda viva: Harry’s Bar. Fundado en 1931 por Giuseppe Cipriani, este icónico establecimiento ha sido testigo de innumerables momentos históricos y ha albergado a algunas de las figuras más influyentes del siglo XX. Sin embargo, lo que realmente distingue a Harry’s Bar no es solo su ilustre clientela, sino su contribución única a la gastronomía y la cultura mundial.
La historia de Harry’s Bar comienza con un gesto de amabilidad que cambió el destino de su fundador y dejó una marca imborrable en la historia de Venecia. En 1928, Giuseppe Cipriani trabajaba como camarero en el prestigioso Hotel Europa, donde conoció a Harry Pickering, un joven estadounidense que, debido a una serie de infortunios, había quedado sin dinero. Cipriani, en un acto de generosidad, le prestó 10,000 liras para que pudiera regresar a su país.
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Dos años después, Pickering no solo devolvió el dinero, sino que añadió una suma adicional para ayudar a Cipriani a cumplir su sueño de abrir su propio bar.
Así nació Harry’s Bar, bautizado en honor a su benefactor, en una ubicación privilegiada, a pocos pasos de la Plaza de San Marcos.
Este sencillo acto de bondad se convirtió en el inicio de una aventura que redefiniría el panorama gastronómico de Venecia y más allá. Desde sus primeros días, Harry’s Bar fue un punto de encuentro para los venecianos, pero pronto, su ambiente acogedor y su impecable servicio lo elevaron a la categoría de lugar de referencia para visitantes de todo el mundo.
Más allá de su historia fundacional, lo que ha consolidado la reputación de Harry’s Bar es su contribución a la gastronomía mundial. El bar-restaurante no solo es conocido por su ambiente único, sino también por haber sido el lugar de nacimiento de dos creaciones culinarias que han alcanzado el estatus de clásicos internacionales: el carpaccio y el cóctel Bellini.
En 1950, Giuseppe Cipriani, siempre a la vanguardia de la innovación culinaria, creó el carpaccio, un plato que consiste en finas láminas de carne cruda servidas con una salsa ligera. Este plato fue inspirado por una cliente habitual del bar que tenía restricciones dietéticas que le impedían consumir carne cocida. Cipriani, con su inigualable creatividad, inventó esta preparación fresca y deliciosa, y la nombró en honor al pintor renacentista Vittore Carpaccio, cuyos vibrantes colores recordaban al plato que acababa de crear.
Poco después, Harry’s Bar fue también el lugar donde nació el Bellini, un cóctel simple pero elegante que combina puré de durazno blanco con prosecco. Este cóctel, con su delicada tonalidad rosa, fue creado por Cipriani en honor a Giovanni Bellini, otro pintor veneciano renacentista, cuyas obras inspiraron a Cipriani a capturar en un trago la esencia de la creatividad artística de la ciudad.
El Bellini rápidamente se convirtió en una bebida icónica, no solo en Venecia, sino en bares y restaurantes de todo el mundo.
Desde sus inicios, Harry’s Bar ha sido un imán para figuras prominentes del arte, la literatura y el cine. Su atmósfera cálida, casi familiar, atrajo a algunos de los más grandes nombres del siglo XX. Entre sus clientes más ilustres se encuentran el escritor Ernest Hemingway, quien tenía una mesa reservada en cada una de sus visitas a Venecia, y cuya novela Al otro lado del río y entre los árboles menciona al bar con cariño.
Hemingway no fue el único autor cautivado por la atmósfera mágica de Harry’s Bar. Truman Capote y Somerset Maugham también eran asiduos visitantes, encontrando en el bar un refugio tranquilo en medio del bullicio veneciano. Orson Welles, el icónico director y actor de cine, y Peggy Guggenheim, la influyente mecenas del arte, también eran visitantes habituales, contribuyendo a la imagen de Harry’s Bar como un lugar donde las mentes brillantes del siglo pasado se encontraban y compartían ideas.
La influencia de Harry’s Bar ha trascendido las fronteras de Venecia y se ha consolidado como un símbolo de la elegancia y la excelencia culinaria en todo el mundo.
En 2001, el Ministerio de Bienes y Actividades Culturales de Italia reconoció formalmente su importancia cultural al declararlo Monumento Nacional.
Este prestigioso título no solo destaca la relevancia histórica del bar, sino que también lo consagra como un lugar clave en la narrativa cultural de Italia y del siglo XX.
A lo largo de los años, el bar ha resistido la prueba del tiempo, manteniendo su identidad y su compromiso con la calidad, mientras evoluciona para satisfacer las expectativas de una clientela moderna.
El legado de Giuseppe Cipriani y su visión de un lugar que combine la innovación culinaria con un ambiente acogedor sigue vivo hoy en día. Con la expansión de la marca Cipriani en todo el mundo, desde Nueva York hasta Hong Kong, el espíritu de Harry’s Bar continúa inspirando nuevas generaciones de comensales y amantes de la cultura. Sin embargo, a pesar de su crecimiento global, el Harry’s Bar original en Venecia sigue siendo un lugar único, impregnado de la historia y la magia que lo han convertido en una leyenda.
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