En la era de la hotelería de lujo, los bares ya no son meros complementos, sino espacios que trascienden para convertirse en experiencias únicas. Los ganadores de los premios Global Tastemakers 2025, seleccionados por Food & Wine, demuestran que la excelencia mixológica va de la mano con el diseño, la historia y la innovación.
Desde íntimos salones con siglos de tradición hasta modernos espacios que desafían las convenciones, estos diez establecimientos no solo sirven cócteles excepcionales, sino que encapsulan la esencia de sus ubicaciones. Ninguno repite ciudad o país, y cada uno ofrece una propuesta irrepetible.
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Ubicado en uno de los palacios más emblemáticos de la capital francesa, este bar es un tributo al arte de la elegancia. Con frescos dorados, candelabros de cristal y música en vivo, su atmósfera evoca el esplendor del siglo XVIII. Su carta mezcla clásicos como el French 75 —reinventado con tequila infusionado en lima makrut— con creaciones contemporáneas. Un lugar donde la historia y el lujo se funden en cada sorbo.
En el corazón de la capital irlandesa, este refugio de madera tallada y estanterías repletas de libros es un homenaje al whisky y a la tradición literaria. Con apenas unos pocos taburetes y sillones Chesterfield, ofrece una experiencia íntima ideal para degustar destilados exclusivos. No es difícil imaginar a figuras como John F. Kennedy disfrutando aquí de un single malt bajo la tenue luz de sus lámparas vintage.
Situado en el piso 25, este izakaya excéntrico fusiona la cultura japonesa con el glamour asiático. Dividido en tres áreas —un bar principal, una sección de champán y sake, y un espacio omakase—, su propuesta es una inmersión en sabores umami y técnicas de mixología japonesa. Las vistas al puerto Victoria añaden un toque espectacular a la experiencia.
Un homenaje a los sabores mexicanos, este bar reinventa la coctelería con ingredientes como pozole, pulque y bacanora (un mezcal de Sonora). Su diseño, que combina mobiliario antiguo con toques contemporáneos, refleja la dualidad de una ciudad que honra su pasado mientras abraza la modernidad. Ideal para maridar tacos de rib eye con un cóctel de epazote.
Escondido en el emblemático hotel londinense, este rincón art déco transporta a la era del jazz. Con paneles de Lalique, una barra de mármol y retratos en blanco y negro, es el escenario perfecto para un martini helado. Cada detalle, desde la cristalería hasta el servicio, evoca la sofisticación de los años 30.
En el piso 39 del Four Seasons Otemachi, este bar fusiona la precisión japonesa con la elegancia europea. Su carta destaca por el uso de umeshu (licor de ciruela) y destilados artesanales, mientras que su filosofía omotenashi garantiza un servicio impecable. Las vistas panorámicas de Tokio elevan aún más la experiencia.
Con más de tres siglos de historia, este hotel ha hospedado a Napoleón y a la reina Isabel II. Su bar, decorado con terciopelo y lámparas de araña, es un santuario de opulencia. La selección de vinos y cócteles clásicos atrae a la élite europea, que disfruta de su atmósfera atemporal frente al río Rin.
Un exquisito bar con aires de joya, Elsa’s trae el glamour Art Déco a las Highlands. Inspirado en el estilo característico de la diseñadora de moda Elsa Schiaparelli, su pasión por el rosa intenso y sus frases ingeniosas, este elegante bar ofrece champán y cócteles artesanales con una presentación exquisita. En el centro del bar cuelga una enorme bola de discoteca, que aporta un aire juguetón y moderno, rompiendo con la solemnidad del entorno histórico.
El lugar perfecto para un aperitivo antes de comer o un digestivo nocturno, el bar ofrece licores y elixires escoceses.
Junto a la piscina de este resort caribeño, el Bar Soleil es la definición del lujo relajado. Por el día, ofrece mules de sandía y ceviche; por la noche, se transforma en un escenario romántico con velas y cócteles de ron. La brisa del mar y los colores del atardecer completan la experiencia.
Inspirado en el polo argentino, este bar combina madera noble, cuero y detalles ecuestres en un ambiente moderno. Su carta celebra ingredientes locales como la yerba mate y el dulce de leche, mientras que las sesiones de DJ animan las noches porteñas.
Estos diez establecimientos demuestran que los bares de hotel pueden ser destinos en sí mismos. Ya sea a través de su diseño, su conexión con la cultura local o su innovación mixológica, cada uno ofrece una experiencia única. Para los viajeros que buscan algo más que un simple trago, estos lugares prometen memorias inolvidables en cada sorbo.
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