Las grandes subastas iban, tradicionalmente, acompañadas de atención mediática, glamour y presentaciones previas. Las llamativas pujas daban prestigio a la casa, la obra y los compradores, que en ocasiones no rehuían los focos. Pero últimamente, la discreción se abre paso en las altas esferas de la compra de arte. Lo demuestra la última operación de Christie’s.
La casa de subastas londinense, una de las dos más prestigiosas del planeta (junto a Sotherby’s), adjudicó una obra del pintor Mark Rothko por más de US$100 millones. Así lo desvelan medios como CNBC o BNN, ya que por lo que a Christie’s respecta, el resto de información es confidencial.
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La operación fue cerrada en privada. Por tanto, la obra, el vendedor y el comprador no han sido desvelados oficialmente por Christie’s, en un secretismo que comienza a ser tendencia.
Atendiendo a datos de BNN y CNBC, el número de negociaciones privadas en Chrsitie’s va en aumento. En el último año se registraron un 49 % más que antes de la pandemia. En concreto, en 2023 alcanzaron los US$1.2 mil millones, un 9 % más que en 2022.
¿Cuál es motivo detrás de esta dinámica, que se replica en otras casas de subastas? Según BNN, no sólo resultad positivo para el comprador, que protege du identidad, sino también para la casa de subastas. Este tipo de operaciones abren más espacio a una negociación que, alejada del escrutinio público, puede ofrecer una rentabilidad mayor.
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Existe otro facto clave: en una negociación privada, el vendedor tiene la opción de no aceptar, algo que no sucede en una subasta. Por tanto, especialmente en escenarios de inestabilidad económica, es una buena alternativa.
«A los clientes les gusta porque es rápido y confidencial», explica Guillaume Cerrutti, CEO de Christie’s, a CNBC. Además, «es una buena forma de llegar a los mejores coleccionistas del mundo», agrega.
Pese a que los detalles de la operación no son oficiales, CNBC sí tuvo acceso a los datos detrás de la subasta. Según sus informaciones, que atribuye a fuentes del mundo del arte, el cuadro adjudicado es «No. 6 (Violet, Green and Red)», y el precio superó los US$100 millones.
Nacido en Letonia en 1903, Rothko pintó la obra en 1951. CNBC siguió la pista del cuadro, comprado por el coleccionista multimillonario ruso Dmitry Rybolovlev en 2014 por €140 millones. El mes pasado, el inversor y también coleccionista estadounidense Kenneth Griffin se hizo con la obra.
Son todos los datos disponibles alrededor de una colocación que describe una tendencia: la discreción se abre paso en el glamuroso y ostentoso mundo de las grandes ventas de arte.
Borja Santamaría, con información de CNBC y BNN
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