Cónclave: Las 5 facciones ideológicas que decidirán al próximo papa - Revista Mercado

Cónclave: Las 5 facciones ideológicas que decidirán al próximo papa

Por | abril 23, 2025

El fallecimiento del papa Francisco, ocurrido este lunes a los 88 años, marca el inicio de un período crucial para la Iglesia Católica: la sede vacante. Este interregno, cargado de solemnidad y protocolos centenarios, culminará con la elección de un nuevo pontífice a través del cónclave, un ritual tan antiguo como hermético.

La muerte del primer papa latinoamericano no solo deja un vacío espiritual, sino también un legado transformador: una Iglesia más global, menos eurocéntrica y con una marcada influencia de las «periferias«. Ahora, los 137 cardenales electores deberán decidir si continúan su línea reformista o si optan por un rumbo más tradicional.

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El ritual de la Sede Vacante: Tradición inalterable

Según el Derecho Canónico, durante la sede vacante «nada se ha de innovar». El proceso queda en manos del camarlengo, el cardenal estadounidense Kevin Farrell, quien deberá convocar a Roma a todos los purpurados para las exequias y organizar la sucesión.

El cónclave, término derivado del latín cum clave («bajo llave»), es una asamblea cerrada en la que los cardenales menores de 80 años se recluyen en la Capilla Sixtina hasta elegir al nuevo papa. Este método, instaurado en 1274 tras un prolongado cisma en Viterbo, garantiza la independencia del Colegio Cardenalicio frente a presiones externas.

Las etapas clave del cónclave

La convocatoria y los preparativos
Los cardenales deben fijar la fecha del cónclave, que debe realizarse dentro de los 20 días posteriores a la declaración de sede vacante. La jornada inaugural incluye una misa Pro eligendo papa en la Basílica de San Pedro, seguida de una procesión hacia la Capilla Sixtina, donde entonarán el Veni Creator antes de encerrarse.

El aislamiento y el voto
Una vez dentro, el maestro de ceremonias exclama «Extra omnes» («Fuera todos»), y las puertas se cierran. Para garantizar la confidencialidad, se emplean inhibidores de frecuencias que bloquean cualquier comunicación externa.

La votación es secreta y se realiza mediante papeletas rectangulares con la inscripción «Eligo in Summum Pontificem». Cada cardenal, al depositar su voto, pronuncia un juramento solemne: «Pongo por testigo a Cristo Señor […] de que doy mi voto a quien, en presencia de Dios, creo que debe ser elegido».

El escrutinio y las fumatas
Tres cardenales escrutan los votos, otro los registra y un tercero los perfora para ensartarlos en un hilo. Luego, las papeletas se queman en una estufa especial. El humo blanco («habemus papam») indica elección; el negro, la necesidad de continuar las votaciones.

La aceptación y el anuncio
Si un candidato obtiene dos tercios de los votos, el decano del Colegio Cardenalicio, Giovanni Battista Re, le pregunta: «¿Aceptas tu elección canónica para Sumo Pontífice?». Tras la aceptación, el elegido escoge su nombre pontifical y es vestido con una de las tres sotanas preparadas en la «sala de las lágrimas».

Finalmente, el protodiácono anuncia desde el balcón de San Pedro: «Habemus Papam», y el nuevo pontífice imparte su primera bendición Urbi et Orbi.

El proceso, envuelto en el misterio del cónclave, promete ser un crisol de influencias y expectativas.

Un cónclave más global que nunca

El papa Francisco transformó la geopolítica eclesial. Durante su pontificado, celebró diez consistorios y nombró a 110 cardenales, muchos de ellos de regiones históricamente subrepresentadas. Hoy, el Colegio Cardenalicio refleja una Iglesia más diversa:

Europa sigue siendo el bloque más numeroso (54 electores), pero su influencia ha disminuido. Italia, que en 2013 aportaba 28 electores, ahora tiene 18.

América Latina, con 24 purpurados, consolida su peso. Argentina, Brasil y México lideran la representación.

Asia ha duplicado su presencia (de 9 a 25 cardenales), con figuras de Mongolia, Timor Oriental e Irán.

África avanza (18 electores), al igual que Oceanía (4), incluyendo por primera vez a Tonga.

La distribución ideológica del Colegio Cardenalicio que elegirá al próximo Papa

El cónclave no solo es una cuestión geográfica, sino también ideológica. Los 137 cardenales electores se dividen en cinco grupos principales, cada uno con visiones distintas sobre el futuro de la Iglesia:

Progresistas (15 miembros)

Este grupo de 15 cardenales reformistas representa la vanguardia de un movimiento que busca transformar profundamente la Iglesia Católica, desafiando dogmas centenarios con una visión inclusiva y actualizada para el siglo XXI.

El cardenal Reinhard Marx, arzobispo emérito de Munich y ex presidente de la Conferencia Episcopal Alemana, se ha convertido en el máximo exponente de este movimiento reformista dentro de la Iglesia Católica. Como figura central de la transformación eclesial, ha impulsado iniciativas pioneras que desafían el status quo tradicional.

Entre sus acciones más destacadas se encuentra la celebración de misas inclusivas especialmente dirigidas a la comunidad LGBTIQ+, un gesto pastoral sin precedentes en la jerarquía católica. Además, ha sido el principal impulsor del polémico «Camino Sinodal» alemán, un proceso de reforma que plantea cambios estructurales profundos y que ha generado tensiones con el Vaticano.


Bergoglianos (53 miembros)

Este amplio grupo de 53 cardenales constituye el núcleo del «bergoglianismo», encarnando el legado transformador del pontificado de Francisco y su revolución pastoral de la misericordia. Representan la mayoría relativa en el Colegio Cardenalicio y su influencia marcará decisivamente el próximo cónclave.

Entre ellos se destaca Pietro Parolin, un cardenal italiano de 70 años y voz suave, quien fue secretario de Estado del Vaticano durante el gobierno de Francisco. Este rol lo convirtió en el principal asesor del Papa y en un posible sucesor. Sin embargo, a pesar de haber sido la mano derecha de Francisco, Parolin ha criticado la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo, llegando incluso a calificar una votación histórica celebrada en 2015 en la República de Irlanda como «una derrota para la humanidad


Periféricos (39 miembros)

Este influyente grupo, compuesto principalmente por cardenales de África, Asia y América Latina, representa una singular síntesis doctrinal que desafía las categorías políticas convencionales. Los 39 purpurados «periféricos» articulan lo que algunos analistas denominan «el conservadurismo compasivo» del Sur Global.

El cardenal filipino Luis Antonio Tagle, actual prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, ejemplifica esta dualidad: mientras insiste en la moral sexual tradicional, ha denunciado repetidamente «la globalización de la indiferencia» hacia los pobres.


Conservadores (25 miembros)

Este grupo representa el núcleo duro del conservadurismo eclesial, aferrado a la doctrina tradicional católica y profundamente reacio a cualquier modificación sustancial en las enseñanzas morales de la Iglesia.

El cardenal canadiense Marc Ouellet, prefecto emérito del Dicasterio para los Obispos y una de las figuras más influyentes de esta corriente, personifica esta postura intransigente. Teólogo de formación y cercano a Benedicto XVI, Ouellet ha mantenido una posición inflexible contra el aborto, incluso en casos extremos como violación, argumentando que «ninguna circunstancia justifica la eliminación de una vida inocente


Tradicionalistas (5 miembros)

Este reducido pero influyente grupo se destaca por su firme oposición a las reformas implementadas después del Concilio Vaticano II (1962-1965) y rechaza categóricamente el bergoglianismo, el legado reformista del papa Francisco.

El cardenal guineano Robert Sarah, su principal exponente, se ha convertido en una voz emblemática del tradicionalismo católico. Exprefecto de la Congregación para el Culto Divino, Sarah es conocido por su defensa intransigente de la moral cristiana tradicional, su promoción de la liturgia en latín y sus críticas frontales a lo que considera «desviaciones modernistas», incluyendo la ideología de género y las tendencias secularizantes en la Iglesia.

¿Continuidad o cambio?

Aunque Francisco dejó una mayoría de cardenales reformistas (bergoglianos y progresistas suman 68 votos), el cónclave es impredecible. Los bloques conservadores (especialmente europeos) podrían buscar un pontífice más tradicional, mientras que las «periferias» podrían inclinar la balanza hacia un líder que profundice la descentralización.

Una cosa es segura: este será el cónclave más internacional de la historia, y su resultado definirá el futuro de la Iglesia y su relación con un mundo en constante transformación.

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