El panorama financiero en Centroamérica y República Dominicana ha experimentado una transformación notable en los últimos años, marcada por un vertiginoso aumento en la adopción de pagos digitales.
En 2023, nuestro país alcanzó más de 35.6 millones de transacciones electrónicas realizadas a lo largo del año, que superaron con creces las cifras del año anterior, marcando una tendencia imparable hacia la adopción de métodos de pago digitales.
Además, las proyecciones indican que esta tendencia ascendente continuará en el futuro cercano, con la posibilidad de superar los 63,676.4 millones de pesos en transacciones electrónicas en un futuro próximo.
Según el informe «Hacia una mayor inclusión financiera para el desarrollo» del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), entre los años 2017 y 2021, el número de propietarios de cuentas de dinero móvil se duplicó en la región, pasando del 4 % al 8 %.
Este fenómeno no solo representa un avance significativo en la inclusión financiera de empresas y hogares, sino que también abre las puertas a una gama más amplia de productos y servicios financieros, reduciendo la dependencia de la infraestructura bancaria tradicional.
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El impulso detrás de este crecimiento exponencial puede atribuirse a una combinación de factores clave. Según Arnoldo López, economista del BID, el apoyo regulatorio ha desempeñado un papel fundamental al fomentar la entrada de empresas no bancarias que ofrecen servicios financieros, aprovechando el surgimiento de nuevas tecnologías y el esquema fintech.
La pandemia de la COVID-19 también actuó como un catalizador, ya que las restricciones de movilidad impulsaron la necesidad de adoptar medios de pago a distancia.
Se estima que aproximadamente el 40 % de la población que comenzó a utilizar pagos electrónicos lo hizo por primera vez durante la pandemia, lo que subraya la importancia de esta crisis en la aceleración de la transformación digital en el sector financiero.
Además, los gobiernos de la región han promovido activamente las transferencias de apoyo social a través de medios digitales, consolidando esta práctica como una alternativa eficiente y segura. En este sentido, la combinación de factores regulatorios favorables, la demanda inducida por la pandemia y las políticas gubernamentales han contribuido significativamente al crecimiento explosivo de los pagos digitales en Centroamérica y República Dominicana.
A medida que se analiza el panorama futuro, las proyecciones sugieren que esta tendencia alcista continuará en los próximos años. La persistente voluntad estatal de apoyar la entrada de nuevos actores, especialmente empresas fintech, sugiere un entorno propicio para la innovación y la competencia en el sector financiero. Según López, el interés del Estado en respaldar esta expansión se mantiene firme, lo que indica un impulso continuo hacia la adopción de soluciones financieras digitales en la región.
A pesar de los avances significativos, persisten desafíos importantes que deben abordarse para garantizar una inclusión financiera más amplia y equitativa en la región. El BID señala la necesidad de desarrollar una estrategia nacional integral de inclusión financiera, así como de mejorar la educación financiera entre la población.
Este último punto es crucial, ya que una comprensión más profunda de conceptos financieros básicos puede capacitar a los usuarios para tomar decisiones más informadas y responsables.
Además, la promoción de la competencia, el acceso a la información crediticia y la mejora de la eficiencia administrativa son aspectos clave que requieren atención para cerrar las brechas con otras regiones del mundo en términos de adopción de herramientas financieras digitales.
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