Tomar un préstamo aquí y allá no es negativo, siempre que sepamos cómo lo vamos a pagar y, efectivamente y sin excusas, paguemos. La deuda es un instrumento que bien utilizado no ayuda a crecer y a lograr metas importantes. Después de todo, no se concibe que una familia trabajadora se haga de su casa propia sin una hipoteca.
No obstante, en la medida en la que abusamos de nuestra capacidad de endeudamiento, damos tarjetazos y compramos a plazos, hacemos algo similar al que se viste con una camisa de fuerza, entra en un tanque con agua y pide que le cierren la compuerta con candado.
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Cada préstamo que tomamos sin consciencia es un nudo en nuestra camisa de fuerza. Los intereses llenan el tanque como agua y si encima una situación adversa, como la enfermedad o el desempleo, merma nuestra capacidad de pago, por lo que al estar sobre endeudados podemos ahogarnos (incluso literalmente) dentro de un tanque en el que nosotros mismos entramos.
Hay tres vías de salida de esta situación apremiante: aumentar los ingresos, disminuir los gastos y hacer acuerdos con nuestros acreedores. Amigos no hay más, el que debe paga o ruega. Estrategias que no respondan a estos tres principios pudieran caer en categorías como la estafa o el engaño. Vamos a explicar cada una de estas puertas hacia la libertad de la deuda.
Parte de las razones por las que no podemos salir del tanque del endeudamiento a veces tiene que ver con que los gastos fijos nos ahogan. ¿Podemos cortar el teléfono? Quizás. ¿Es factible sacar a los niños del colegio? ¡No es tan fácil, lo sé!
La vía más afortunada de liberarnos del endeudamiento consiste en obtener más ingresos. Ya tienes tu trabajo fijo, es cierto, pero tal vez hay algo que puedas hacer para conseguir dinero extra. Conozco un ingeniero en informática que en sus noches, fines semana y días de asueto arregla computadoras, laptops para ser más específico. Con el tiempo, no sólo se liberó de sus deudas, sino que descubrió un negocio rentable que le deja satisfacciones.
Una abogada amante de la buena ortografía, para la cual su salario dejó de ser suficiente porque la ahogaban las deudas, propagó la voz de que revisa tesis y trabajos universitarios especiales. Más adelante su espectro fue ampliado hacia libros y diversas publicaciones. Su energía la llevó a salir de su propio tanque de endeudamiento.
Algún potencial tienes. Una habilidad, tiempo para compartir, la receta de un buen flan de leche, algo. Lo que menos crees puede ser la llave para salir del tanque.
Me gustaría hablarte de las diferencias entre una necesidad, un gusto y un deseo. La necesidad es un elemento sin el cual mi equilibrio personal se tambalea; la comida y el techo son necesidades. El gusto es una necesidad que satisfacemos con un mayor estándar, por ejemplo, necesitamos vestir, pero en la medida de lo que cuesta esa ropa, pasa de una necesidad a un gusto. El deseo es un bien o servicio que satisface nuestra apetencia, pero ese elemento no alteraría nuestro equilibrio personal en caso de ignorarlo.
Quien está dentro del tanque del endeudamiento solo se concentra en las más estrictas necesidades y da la espalda a sus gustos y deseos. Debes disminuir tus gastos. ¿Es fácil? No, porque ya sé que estás acostumbrado a salir con tu familia a comer todos los domingos. Pero tal vez tengas que cocinar en casa mientras pagas tus deudas.
Simple, el que debe: o paga o ruega. Da la cara a tus acreedores. Háblales de tu situación y diles que te esfuerzas por incrementar tus ingresos y disminuir tus gastos. Si debes varias tarjetas, detén el pago con plástico y busca (si aplicas) un préstamo de consolidación de deuda. La clave con esta salida es que debes cambiar tu mentalidad, no debes caer en el consumismo de nuevo cuando te veas fuera del tanque.
Si se trata de una hipoteca y piensas que vas a perder tu casa, puedes ir al banco, explicar tu situación y plantear una extensión. Esto te conviene, porque disminuyen las cuotas y te da tiempo, mientras aumentas tus ingresos y/o disminuyes tus gastos. También le conviene al banco, porque te cobrará más intereses.
Al deberle a una persona, invítala a que vea tus esfuerzos y recálcale que quieres pagar, te concentras en pagar y vas a pagar. Si el problema es con un prestamista, pídele a alguien de tu confianza que te rescate con un crédito de bajos intereses y no vueltas a recurrir al “módico 20 (% semanal)”.
Sobre todo, si no puedes salir del tanque, pide ayuda. Disfruta de tu fin de semana, aunque estés endeudado.
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