La clase media, donde entran las familias con ingreso medio (nada relacionado con abolengo social), a veces pierden de vista la línea que separa a las verdaderas necesidades de los lujos. Ante esa miopía de consumo, ese inconveniente de visión lo paga nuestro presupuesto que es el que termina estrellándose con todo.
Repasemos. Una necesidad se compone de elementos sin los cuales queda alterado el equilibrio de la vida y la persona. ¿Qué ocurriría si dejamos de comer, si nos echan de nuestra casa o nos roban toda la ropa? Por cuanto esto traería problemas, nos queda claro que necesitamos comida, techo y vestimenta.
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Un lujo es aquello que sobrepasa nuestras necesidades, pero que tiene la facultad de mejorar nuestra sensación de bienestar o comodidad. ¿Necesitamos vivir en un pethouse, vestir de diseñador o comer en un restaurante con vista a la Torre Eiffel? Aunque necesitamos una casa, vestido y comida, el 99 % de la sociedad dominicana podría estar de acuerdo en que no necesitamos ir a París para saciar el hambre.
Ahora bien, las complicaciones están en los puntos medios. Quizás no vives en un penthouse, pero pudieras conseguir un departamento que paga RD$5,000 menos de renta, porque donde vives actualmente hay una habitación que no necesitas. Tal vez, si eres hombre, no te hacen falta ocho pares de zapatos. Si ya saliste a cenar ayer a aquel lugar de moda, de pronto puede ser un exceso financiero ir al lugar nuevo que viste en Instagram.
¿Más detalles? Si tu situación financiera es estrecha, tienes que elegir entre Netflix y Youtube Premium, o ver si quieres quedarte con tu cuenta de HBO Go o con la HuLu, porque si encima pagas por tu Spotify, la próxima serie de terror que verás será tu tarjeta de crédito cobrándote intereses.
El vehículo es otro objeto de culto que la clase media ha convertido en necesidad. ¿Necesita la familia dos vehículos en casa? Si los acreedores están tocando a la puerta, esa pregunta incómoda debe servirse con la ensalada.
Todos sabemos cuando la crisis va a llegar a nuestra casa: (1) cuando llega el estado de la tarjeta de crédito y no podemos pagarlo de inmediato, (2) cuando llega octubre aún debemos la inscripción de los muchachos en el colegio, (3) cuando visitamos el supermercado y la respiración se interrumpe ligeramente cuando estamos en la fila de la caja, (4) todas las anteriores, (5) otras de igual o peor calibre.
Cuando eso ocurre, el primer paso es separar los lujos de las necesidades y cortar los lujos por un tiempo, hasta que la sensación de control de las finanzas vuelve a nuestro pecho y a nuestro bolsillo.
¿Son buenos los lujos? Maravillosos, sobre todo cuando podemos pagarlos. Sí, tu cuenta de televisión por streaming también es un lujo, aprovecha este fin de semana para disfrutarlo con libertad, pero con consciencia.
Por: Carlos Arturo Guisarre
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