El aikido es un arte marcial moderna que consiste en la defensa personal mientras se protege la integridad física del atacante. El rasgo más popular de este “estilo de lucha” consiste en la técnica de capitalizar la fuerza del oponente para dominar el combate.
Quienes me consultan sobre el estado de sus finanzas tienen algo en común: sus deudas superan sus capacidades coyunturales de pago. Una situación desesperante que puede golpear el autoestima, la paz mental y, en términos materiales, el patrimonio personal o familiar.
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Salir de una situación de endeudamiento fuera de control pasa por tres principios: reducir al máximo los gastos, consolidar los compromisos financieros y establecer sacrificados planes de pago.
Ahora bien, este enemigo común, la deuda, cuenta con fuerzas que podemos aprovechar a nuestro favor. El endeudamiento es un instrumento complicado, pero al final es solo eso, un instrumento, algo que podemos utilizar. La diferencia está en la manera en la que aplicamos ese instrumento. Allí estriba la línea entre alcanzar nuestras metas con el dinero de otros y ser aplastados con un peñón que crece a medida que cae sobre nosotros.
¿Cómo podemos utilizar la deuda a nuestro favor? El aikido financiero con el que podemos domesticar la deuda consiste en dos técnicas.
Padre Rico, Padre Pobre, de Robert Kiyosaki, define con sencillez lo que es un activo: “aquello que coloca dinero en tu bolsillo”. Yo añadiría: “aquello que también te ahorra dinero”. Mi definición la agrego para incluir la vivienda en el portafolio de activos. El dueño de su casa no tiene que pagar alquiler y cuando llegue a viejo tendrá mayor seguridad financiera.
Antes de endeudarte para pagar el próximo viaje a Europa o el televisor Smart de 70 pulgadas, pregúntate, ¿Lo podría vender para pagar mi deuda en caso de perder mi empleo? ¿Realmente lo necesito para mi existencia o mi equilibrio emocional? Si las respuestas sinceras son “no”, al adquirir una deuda te comprometes con posibilidades de perjudicar tu patrimonio. Tienes que elegir adecuadamente para qué te endeudas.
Una vez identificas el activo que vas a adquirir, comprueba que las mensualidades que acarrean la deuda están a tu alcance sobre la base de los ingresos que tienes.
Hay dos cosas que puedes tomar en cuenta. Primero, si el activo está a tu alcance, porque aunque quieras una casa, tienes que ver si puedes comprar ese ‘penthouse’ del final de la calle o el apartamentito de dos habitaciones y un parqueo que tienes enfrente. Segundo, la tasa de interés, quizás otra entidad financiera tiene mejores tasas que las que estás a punto de obtener.
La deuda no tiene que ser nuestra enemiga. Con una buena defensa, los préstamos que tenemos a nuestro alcance pueden ser utilizados para mejorar nuestras vidas. Endéudate con cuidado y con consciencia.
Por: Carlos Arturo Guisarre (@cguisarre)
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