Viajar al espacio ya no es sólo cosa de astronautas. Empresarios con cuentas bancarias con muchos dígitos y con ganas de vivir nuevas experiencias se han unido a misiones espaciales después de pagar hasta 30 millones de dólares por un asiente a bordo de una nave. Jared Isaacman no es, por tanto, el primer multimillonario que ocupa una de esas plazas, pero sí el primero que viaja como piloto al mando de una cápsula.
Se trata de la primera misión espacial compuesta solo por civiles, entre los que además de Isaacman se encuentran un ingeniero, una asistente médica y una educadora experta en ciencias. Los dos últimos consiguieron su plaza en sorteos: uno entre donantes a un hospital y otro, entre clientes de las empresas de Isaacman. Todos se han declarado fanáticos del vuelo tanto atmosférico como espacial.
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La tripulación despegó en la cápsula Dragon Resilience de SpaceX este 15 de septiembre del Centro Espacial Kennedy de Cabo Cañaveral (Florida). La misión terminará con la caída de la cápsula al océano Atlántico con ayuda de paracaídas tras haber alcanzado casi 575 kilómetros de altura con respecto a la Tierra. Ningún astronauta ha llegado a esta altura desde la última misión al telescopio Hubble, en mayo del 2009.
El multimillonario protagonizó una de esas historias de éxito que alimentan la leyenda del sueño americano. A los 15 años empezó a crear páginas web para negocios locales desde el sótano de la casa familiar. Esta pequeña compañía fue prosperando hasta que uno de sus clientes resultó ser un fabricante de equipos de lectura de tarjetas de crédito. A partir de ahí, su éxito creció sin límites. Hoy sus clientes incluyen desde la cadena Hilton hasta franquicias de pizzerías o pollo frito. Su fortuna se estima en más de 2.000 millones de dólares.
Con 25 años decidió compatibilizar el negocio con una afición: la aviación. En poco tiempo, Isaacman se encontró como propietario de un centenar de cazas, más que los efectivos de muchos países, y una especie de academia Top Gun particular localizada en una base próxima a Las Vegas.
Conociendo su pasión por todo lo relativo a la aviación, no era de extrañar que su siguiente objetivo fuera el espacio. La operación, además, se organizó como parte de una campaña benéfica a favor del hospital pediátrico St Jude de Memphis, con el que Isaacman colabora desde hace años.
Se trata esencialmente de un viaje de placer. Para que los astronautas puedan disfrutar del paisaje, el mecanismo de amarre situado a proa se ha sustituido por una amplia burbuja de plástico transparente que ofrecerá unas vistas extraordinarias.
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