En un deporte donde la lealtad a una franquicia es cada vez más rara, Juan Soto ha redefinido lo que significa ser una superestrella de impacto inmediato, logrando una hazaña inédita que subraya su consistencia devastadora sin importar el uniforme que vista. En su primer año con New York Met, el dominicano no solo brilla de manera individual, también está reescribiendo el libro de récords de las Grandes Ligas con una potencia que trasciende el contexto de su equipo.
En la pasada derrota de los Mets ante los Marineros en el Citi Field, un instante de pura magia dejó una huella permanente. Con un cuadrangular que viajó a 107.6 MPH y se depositó a 400 pies de distancia, en un back-to-back espectacular junto a Francisco Lindor, Soto conectó su jonrón número 30 de la campaña. Más que una anotación en el marcador, fue el golpe que lo encumbró a un lugar de exclusividad total en la historia de la MLB.
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Juan Soto selló su cuarta temporada con esa cifra (2019, 2023, 2024, 2025). Esto lo sitúa en un club élite de apenas 21 jugadores que han logrado cuatro o más campañas de 30+ HR antes de cumplir los 27 años, una lista que incluye leyendas como Albert Pujols, Alex Rodríguez y Mike Trout.
Sin embargo, la particularidad del logro de Soto es lo que lo eleva a un estrato mitológico. El jardinero dominicano se convirtió en el primer jugador en la historia de las Mayores en conseguir este hito con cuatro equipos diferentes: Washington Nationals, San Diego Padres, New York Yankees y ahora New York Mets.
Rompe así el récord que ostentaba Manny Machado, quien lo logró con tres conjuntos (Orioles, Dodgers y Padres).
La racha de Soto, lejos de ser producto de la casualidad, es un reflejo de su inmensa calidad. En sus últimos siete encuentros, su línea de bateo es una pesadilla para cualquier lanzador: .296/.424/.1165 (avg/obp/slg), con 8 hits, 4 jonrones y 6 carreras impulsadas. Su ojo legendario y su poder explosivo se mantienen intactos, sirviendo como el motor indiscutible de una ofensiva metropolitana que lucha por encontrar consistencia.
Este récord consolida a Soto no solo como una fuerza de la naturaleza, sino como un jugador de legítimo estatus histórico. Lograr la consistencia de poder es difícil; mantenerla a través de cambios de ciudad, ligas, compañeros y presiones mediáticas es algo que solo los truly grandes pueden alcanzar. A sus 26 años, Soto ya no es solo una promesa cumplida; es un capítulo vivo y resonante en la enciclopedia del béisbol.
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