Los presidentes de EE. UU, Joe Biden, y de Rusia, Vladímir Putin, mantienen este miércoles su primera cumbre en el peor momento de las relaciones bilaterales en décadas y cuando la falta de sintonía en lo personal ya no es ningún secreto. Estas son las claves para seguir una cita que trasciende lo bilateral y en la que ambos líderes tratarán de acercar posturas:
Putin y Biden se conocen. Se verán por primera vez desde que Biden fuera elegido el 46 presidente de EE.UU.
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Como señala la agencia EFE, la última vez que se vieron fue en Moscú en 2011 cuando el primero era primer ministro de Rusia y el segundo vicepresidente de Barack Obama. Obama había intentado dos años antes sin éxito reiniciar las relaciones con Rusia.
«Señor primer ministro, le estoy mirando a los ojos y no creo que usted tenga alma», le dijo Biden en Moscú a Putin.
Una década antes, George W. Bush, había «visto el alma» a Putin y concluido que era un hombre «muy franco y digno de confianza».
Han pasado diez años desde aquel momento. Pero la relación de Biden sobre Putin no ha mejorado: En marzo el estadounidense le llamó al ruso «asesino». Putin le respondió deseándole «buena salud» a sus 78 años y replicándole «El que lo dice, lo es».
El antecesor de Putin en el Kremlin y actual vicepresidente del Consejo de Seguridad de Rusia, Dmitri Medvédev, ha asegurado que ambas potencias «han pasado de la rivalidad a la confrontación y han regresado a la época de la Guerra Fría».
Si entonces fueron los misiles, ahora son las sanciones, la injerencia de Rusia en elecciones y la interferencia de EE.UU en el patio trasero postsoviético, el acercamiento de la OTAN a las fronteras rusas, las acciones agresivas del Kremlin en el exterior o ciberataques desde territorio ruso.
Las tensiones entre el Kremlin y la Casa Blanca se dispararon en marzo después de que el presidente de EE.UU llamara «asesino» a Putin, tras lo cual Moscú llamó a consultas a su embajador en Washington, Anatoli Antónov, y recomendó al responsable de la legación estadounidense, John Sullivan, que abandonara el país.
En abril Estados Unidos impuso sanciones a Rusia y expulsó a diez diplomáticos por su presunta interferencia en las elecciones presidenciales de 2020, su supuesto papel en el ciberataque masivo de SolarWinds y sus acciones en Ucrania y Afganistán.
El Kremlin respondió con medidas similares, incluyó a EE.UU en una lista de «países inamistosos», que implica que Washington no podrá contratar a personal local para sus representaciones diplomáticas en territorio ruso, y recientemente limitó el movimiento de diplomáticos estadounidenses en territorio ruso.
La cumbre comenzará este miércoles en la Villa La Grange de Ginebra. Según el Kremlin, los dos presidentes se reunirán primero en un formato reducido con la participación de sus respectivos ministros de Exteriores, y después en uno ampliado.
La posibilidad de una reunión a solas dependerá únicamente de Biden y Putin. Al término de la cumbre cada mandatario celebrará una rueda de prensa aparte. La cuestión de si habrá un documento final o una declaración conjunta aún está abierta.
Los dos líderes abordarán prácticamente todos los asuntos que preocupan tanto a Moscú como a Washington. En la agenda figuran el estado actual y las perspectivas de las relaciones bilaterales, la estabilidad estratégica, los temas de seguridad informática y lucha contra la ciberdelincuencia. Además tratarán sobre la cooperación económica, el clima, el Ártico y la lucha contra el coronavirus.
Asimismo Putin y Biden evaluarán la situación en Oriente Medio, Siria, Libia, Afganistán, la península coreana, así como el programa nuclear iraní. También prestarán atención a los conflictos en Nagorno Karabaj y Ucrania y la crisis en Bielorrusia.
El líder estadounidense quiere además hablar con Putin de los derechos humanos y la persecución de la oposición rusa, entre ellos el encarcelado Alexéi Navalni.
Previsiblemente mencionará también ante su homólogo los estadounidenses presos en Rusia, entre ellos Paul Whelan, un antiguo infante de marina condenado a 16 años de prisión por espionaje.
Ninguno de los dos líderes llega a Ginebra con ilusiones. Biden busca unas relaciones «estables y predecibles», mientras que Putin quiere un diálogo basado en el respeto mutuo, en la igualdad y sin injerencias en los asuntos internos de Rusia.
Ambas delegaciones insisten en que la cumbre en sí misma ya supone un avance.
El Kremlin ha avanzado como posible resultado de la cita el retorno de los embajadores de EE.UU y de Rusia a sus respectivos destinos y la eliminación de obstáculos al trabajo de las legaciones.
Más allá, están sobre la mesa la reanudación del diálogo sobre estabilidad estratégica para definir la agenda de cara al vencimiento del tratado de desarme nuclear Nuevo START en 2026 y la inclusión de nuevas armas en futuros pactos.
Y el reinició de las conversaciones sobre seguridad cibernética. Ese diálogo comenzó en 2013 pero quedó congelado debido a desacuerdos sobre Ucrania y la supuesta injerencia rusa en las elecciones presidenciales de 2016.
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