Descifrando el reloj interno: Estrategias para una vida consciente
Amadita

Descifrando el reloj interno: Estrategias para una vida más consciente

Por | mayo 14, 2024

En nuestra vorágine diaria, ¿por qué sentimos constantemente que nos falta tiempo? Es como si el tiempo mismo se encogiera ante nuestras ambiciones, dejándonos siempre con la sensación de que necesitamos un poco más para alcanzar nuestras metas tanto en el trabajo como en el disfrute del ocio. Un desbalance en nuestro reloj interno. Curioso, ¿no es así? A pesar de que vivimos en una era donde la tecnología, desde los coches hasta los electrodomésticos y los ordenadores, está diseñada para optimizar nuestro tiempo, aún así parece que nunca es suficiente.

Frente a este dilema, se presentan dos alternativas. Una de ellas consiste en reorganizar mejor nuestra agenda, tratando de exprimir cada minuto al máximo. Sin embargo, la opción que resuena con mayor validez para muchos es cambiar nuestra actitud hacia el tiempo en sí mismo.

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¿Cómo podemos mejorar nuestra relación con el tiempo? La respuesta comienza, irónicamente, con el presente mismo.

Vivir en el presente para optimizar tu tiempo

Vivir el presente con una intensidad renovada se erige como el primer paso para desarrollar una mayor consciencia de nuestra existencia y fortalecer el reloj interno. Es crucial también fomentar una actitud respetuosa hacia el tiempo, comprendiendo que no se trata de un recurso que debamos exprimir hasta el último segundo, como suelen hacer los apresurados, ni de algo que debamos «matar» cuando nos aburrimos, como suele pensarse.

Sin embargo, es innegable que el tiempo, como bien decía la antigua frase latina, «Tempus fugit», huye inexorablemente. Esta sentencia, a menudo grabada en los antiguos relojes de sol, encapsula la fugacidad de lo temporal. El tiempo, ciertamente, constituye uno de los mayores misterios de la existencia: anhelamos comprenderlo, pero siempre se nos escapa entre los dedos; soñamos con detener su marcha, pero cualquier intento resulta siempre infructuoso.

Por tanto, una relación equilibrada con el tiempo debe basarse no solo en vivir el presente con plenitud, sino también en abordar el pasado desde una perspectiva positiva y mirar hacia un futuro prometedor, aunque sin obsesionarnos con su concreción, pues sabemos que no está completamente bajo nuestro control. Además, es posible experimentar momentos de plenitud que nos transportan casi fuera del propio tiempo.

¿Cómo cambiar la percepción del tiempo?

1. Sumergirse en el Ahora

La experiencia de vivir plenamente el presente, sin permitir que pensamientos ajenos al momento actual nos distraigan, resulta no solo placentera, sino también genuina y eficiente. Con esto se crea un balance de nuestro reloj interno.

Esta conexión espontánea con el instante ocurre naturalmente cuando nos entregamos a actividades que nos apasionan. Sin embargo, cuando esta pasión es tan intensa que genera una urgencia por repetir la experiencia, puede llevar consigo una sensación de ansiedad.

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Cultivar la atención plena al presente es posible en cualquier situación. Se trata de estar en un estado de relajación y dejar de lado cualquier preocupación que no sea relevante en ese momento. Los pensamientos que inevitablemente surgen en la mente deben ser observados sin aferrarnos a ellos, permitiéndoles fluir sin resistencia. Podemos ejercitar nuestra concentración enfocándonos en un objeto específico, apreciando cada uno de sus detalles, o incluso tratando de interpretar los mensajes de un olor, un sonido o un color.

2. Abrazar la incertidumbre del futuro

Es inherente a la naturaleza humana ilusionarse con el futuro y trazar planes para orientar nuestras vidas hacia metas concretas. Sin embargo, el problema surge cuando pasamos demasiado tiempo construyendo castillos en el aire o anticipando lo que está por venir, sin detenernos a valorar el presente.

A esto se suma la realidad de que nuestros planes pueden no materializarse debido a una multitud de factores que escapan a nuestro control, lo que puede generar frustración y dificultad para disfrutar del momento actual.

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Una solución práctica consiste en elaborar planes flexibles y diversificados, evitando ser excesivamente específicos para tener margen de adaptación en caso de imprevistos. Además, es importante adoptar una actitud positiva frente a los contratiempos, reconociendo en ellos oportunidades de aprendizaje y la posibilidad de explorar nuevas experiencias.

3. Atesorar los tesoros del pasado

Aferrarse demasiado al pasado puede ser un obstáculo para experimentar plenamente el presente, pero ignorar por completo nuestra historia sería un error, ya que nuestros recuerdos moldean nuestra identidad.

Es esencial valorar los momentos felices que hemos vivido, ya que con el paso del tiempo adquieren un significado aún más profundo. Los recuerdos positivos son los que emergen cuando rememoramos las vivencias agradables de nuestra vida. Sin embargo, a menudo tendemos a jerarquizar estos recuerdos según ciertos criterios preestablecidos, alterando el reloj interno.

No deberíamos menospreciar los recuerdos que podrían parecer insignificantes a primera vista, como una comida memorable o un encuentro amable durante un viaje. Incluso en los recuerdos que no son del todo placenteros, podemos encontrar detalles positivos, como lecciones aprendidas a partir de errores pasados o momentos felices compartidos con personas con las que luego tuvimos desavenencias.

4. Cultivar experiencias que trascienden el tiempo

A pesar de estar inmersos en la corriente del tiempo, todos hemos experimentado momentos en los que éste parece detenerse o dilatarse de manera misteriosa. Estas experiencias suelen presentarse de forma imprevisible: contemplar el fuego crepitante, observar el vuelo grácil de un pájaro o sumergirse en la música que toca las fibras más profundas del alma.

Existen vivencias especialmente trascendentales que nos transportan a una dimensión atemporal con facilidad, como el éxtasis del orgasmo, los sueños más vívidos o incluso el momento inminente de la muerte, cuando una vida entera puede pasar en un instante.

Asimismo, aquellos que siguen un camino espiritual, ya sea a través de la meditación, la oración o el servicio desinteresado, pueden experimentar destellos de eternidad que los conectan con una realidad más allá del tiempo lineal. La dimensión más espiritual de nuestro ser no es ajena a estos breves destellos de eternidad, recordándonos que somos más que meros mortales atados al fluir del tiempo.

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