Tupperware, una de las marcas más icónicas en productos para el hogar, ha iniciado formalmente el proceso para declararse en quiebra, afectada por una caída sostenida en sus ventas y la creciente competencia en el mercado de productos para el almacenamiento de alimentos. La empresa, conocida por sus famosos recipientes de plástico, se acoge al Capítulo 11 del Código de Quiebras de los Estados Unidos en un intento por reestructurar sus operaciones, proteger su marca y facilitar un posible proceso de venta.
La empresa, que durante décadas fue sinónimo de innovación en la conservación de alimentos, ha enfrentado un panorama financiero complicado en los últimos años. Según la directora ejecutiva Laurie Ann Goldman, Tupperware ha visto sus ingresos disminuidos debido a un entorno macroeconómico desafiante y una creciente competencia.
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Empresas emergentes y marcas establecidas han entrado con fuerza en el mercado, ofreciendo soluciones innovadoras a precios competitivos, lo que ha afectado a las ventas de Tupperware, debilitando su posición.
El negocio, que en el pasado gozó de un monopolio virtual en el nicho de almacenamiento de alimentos, ha tenido dificultades para adaptarse a las demandas cambiantes de los consumidores, quienes ahora tienen acceso a una mayor variedad de productos y marcas. Esta situación ha exacerbado los problemas de liquidez de la empresa, que durante años luchó por mantenerse relevante en un mercado en constante evolución.
El anuncio de la solicitud de quiebra tuvo un impacto inmediato en los mercados. Las acciones de Tupperware cayeron más de un 50 % en la bolsa de Nueva York tras el anuncio, lo que llevó a la suspensión temporal de su cotización.
La caída refleja la incertidumbre sobre el futuro de la compañía, que alguna vez fue un pilar de la industria de productos para el hogar.
Tupperware busca la aprobación del tribunal para continuar operando mientras atraviesa este proceso. La reestructuración financiera será fundamental para la supervivencia de la empresa, ya que presenta pasivos que oscilan entre los 1,000 y 10,000 millones de dólares, con activos significativamente menores. Además, enfrenta una deuda de más de 700 millones de dólares en préstamos, lo que añade una presión adicional sobre sus recursos.
Tupperware fue fundada en 1946 por el químico Earl Tupper en Massachusetts, quien diseñó los recipientes herméticos que permitieron a las familias conservar sus alimentos en la posguerra. Sin embargo, la marca no solo se destacó por sus innovaciones en diseño de productos, sino también por su modelo de ventas directo al consumidor, conocido como las «fiestas Tupperware», donde las anfitrionas realizaban demostraciones en sus hogares para vender los productos a amigos y vecinos.
Este modelo fue revolucionario en su momento y ayudó a Tupperware a construir una base de clientes leal en todo el mundo.
A lo largo de los años, Tupperware expandió su negocio a nivel global. Una década después de su fundación, ya operaba en Europa, y para mediados de los años 60, la marca había conquistado mercados en América Latina y Asia, consolidándose como un líder global en su industria.
La crisis que enfrenta Tupperware no es algo nuevo. Desde 2020, la empresa ha presentado señales de declive, con una caída sostenida en sus ingresos y un deterioro en su capacidad para competir en el mercado. En 2023, la empresa retrasó la presentación de sus resultados anuales, lo que ya generaba preocupación entre los inversores sobre su estabilidad financiera.
En un intento por estabilizar la situación, Tupperware llevó a cabo una reorganización de su equipo directivo en 2022, nombrando a Laurie Ann Goldman como su nueva CEO, reemplazando a Miguel Fernández. Esta reorganización tenía como objetivo revitalizar la empresa y prepararla para un nuevo capítulo de crecimiento. Sin embargo, los desafíos económicos y la falta de liquidez persistieron, lo que llevó a la empresa a anunciar el cierre de su única fábrica en Estados Unidos y el despido de 150 empleados en un esfuerzo por reducir costos.
A pesar de las dificultades, Tupperware no se da por vencida. La empresa busca una solución que le permita continuar operando durante el proceso de quiebra, mientras explora la posibilidad de vender parte o la totalidad de su negocio. La protección de su marca, una de las más reconocidas en el sector, será clave para atraer a posibles compradores o inversionistas interesados en revitalizar la compañía.
El proceso de quiebra podría proporcionar a Tupperware el tiempo necesario para reestructurarse y adaptarse a las demandas del mercado actual. Con una historia rica y una base de clientes leales, la empresa aún tiene el potencial de recuperar parte de su antigua gloria, siempre y cuando logre implementar los cambios necesarios para ser competitiva en el entorno moderno.
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