De repente, un buen día, despertamos con un sueño, objetivo o reto en mente. Nos sentimos capaces de correr un maratón, montar nuestra propia empresa o hacer una colcha de patchwork. Todo parece claro, tenemos los pasos en la cabeza y pareciera que conseguir nuestro propósito no será tan difícil. Pero hay una diferencia entre la terquedad y la perseverancia inteligente.
Sin embargo, de todos esos sueños que nacen cada día en miles de personas, solo una pequeña parte se convierte en realidad. ¿Por qué? Existen muchos motivos, como una mala definición de objetivos, una planificación poco realista o, lo que nos ocupa en esta reflexión, la falta de perseverancia.
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He aconsejado a muchas personas a realizar cambios significativos en sus vidas: montar su propio negocio, mudarse a otro lugar o separarse de una pareja con la que ya no tiene sentido estar juntos. Sobre el papel todo es perfecto, pero cuando llega el momento de llevarlo a la práctica y perseverar a pesar de los contratiempos, las intenciones se complican.
«No debes ser terco, debes ser perseverante. La diferencia es muy clara: aquel que persevera está conectado a su entorno, es lo suficientemente flexible como para incluir modificaciones en su plan inicial y es capaz de corregir su trayectoria sin perder de vista su objetivo. El obstinado, no.» – Tomás Navarro, psicólogo y escritor.
Las dificultades, problemas y contratiempos pueden ocasionar estados emocionales negativos como angustia o frustración. Estos estados son temporales, pero pueden alejarnos de nuestros objetivos. Aunque los planes estén bien diseñados, no siempre salen bien a la primera. Si somos capaces de perseverar inteligentemente y analizar por qué no estamos logrando nuestros objetivos, podremos seguir avanzando.
Entonces, ¿qué se necesita para perseverar? Primero, tener claro tu objetivo y tu plan de trabajo. Si no sabes hacia dónde vas, es más fácil que termines en cualquier sitio.
También es necesario estar conectado a tu entorno, lo cual te permitirá identificar las variaciones o cambios que exigen que tu plan se adapte. La flexibilidad es clave; debes ser capaz de adaptar tu plan sin perder de vista tu objetivo. Si es necesario realizar un cambio, hazlo cuanto antes, ya que el riesgo es ver cómo tu sueño se desvanece poco a poco. A veces, incluso, es necesario empezar de nuevo.
Por último, la paciencia es una cualidad muy importante. Si algo he aprendido con el paso de los años, es a desarrollar la paciencia. Todo requiere un proceso y la paciencia es esencial para mantenerte enfocado durante este proceso.
La recompensa a tus esfuerzos siempre tarda en llegar. Si te enfocas solo en el corto plazo, nunca tendrás la motivación suficiente para empezar un nuevo proyecto, perseverar en él o aprender algo nuevo. Así que ya lo sabes, sueña en grande, pero al despertar, transforma tu sueño en un objetivo y trabaja perseverando inteligentemente en tu plan.
La perseverancia inteligente es la clave para transformar tus sueños en realidad. No se trata solo de tener un plan, sino de ser flexible, estar conectado a tu entorno y ser paciente. Con estos ingredientes, podrás superar los contratiempos y avanzar hacia tus objetivos, convirtiendo tus sueños en logros tangibles.
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