Entre más responsabilidad asume en el trabajo y en la vida, más a menudo enfrenta problemas que están en la zona gris. Ésas son situaciones en las que ha trabajado mucho para entender un problema: ha reunido toda la información, los datos y el consejo de expertos que razonablemente puede obtener. Ha analizado todo cuidadosamente. Sin embargo, siguen faltando datos de importancia crítica, y las personas a las que usted conoce y en las que confía no están de acuerdo respecto a qué hacer.
Entonces ¿cómo lidiar con estas elecciones si se está enfrentando a una difícil decisión de zona gris y no quiere dejar de lado sus básicas obligaciones humanas? El desafío es verse a usted mismo como “el otro”, como uno de los externos o víctimas, y no como el interno, el tomador de decisiones, la parte dominante. El desafío añadido consiste en tomar y sentir la experiencia del otro en una forma que destaque vívidamente sus obligaciones centrales como ser humano.
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En la práctica, eso significa encontrar formas de preguntarse a sí mismo y a otros lo que usted estaría pensando y sintiendo si estuviera entre las personas más afectadas por la decisión que podría tomar. Trate de imaginar cómo reaccionaría si sus padres o hijos u otros seres amados estuvieran en la posición más vulnerable.
La versión más familiar de esta filosofía se articula en la llamada “regla de oro”: “hazle a los demás lo que quisieras que te hicieran a ti.” Versiones de esta aparecen en casi todas las principales religiones. Ese tema ha permanecido durante dos milenios porque activa nuestra dormida imaginación moral. Nos empuja a pensar de forma imaginativa y empática acerca de las experiencias de los otros como una forma de entender lo que nuestras obligaciones humanas básicas requieren en una situación en particular.
Hacer la pregunta es valioso, pero despertar su imaginación moral por sí mismo es difícil. Por esto es particularmente importante que los gerentes y equipos que trabajan con problemas de zona gris encuentren formas de escapar a sus burbujas organizacionales y escuchar directamente a las personas cuya forma de vida y sus propias vidas serán afectadas por las decisiones.
Otro enfoque consiste en pedirle a alguien que juegue el rol del externo y la víctima, y que represente el papel tan vívidamente como pueda, de forma que todos los demás escuchen al menos una versión de las necesidades básicas y urgentes de las personas a las que afectará una decisión de zona gris. Usted necesita alguien que hable las verdades incómodas de forma clara y insistente.
Todas estas tácticas son formas de trabajar duro para despertar su imaginación moral. Ella nos recuerda, en efecto: no piense que su posición en la sociedad o en una organización lo exenta de los deberes humanos básicos. No quede atrapado en sus propios intereses, experiencias, juicios y formas de ver el mundo. Esfuércese, por sí mismo y con otros, en imaginarse cómo se sentiría y qué realmente querría y necesitaría si fuera esa otra persona.
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