Además de una posición acorde a su hoja de vida y una oferta salarial que cumpla con sus necesidades, una empresa necesita un ambiente saludable para ofrecer a sus empleados. Prácticas de liderazgo erróneas se encargan de fomentar una cultura empresarial tóxica, llevar al equipo hacia un estado de burnout e incluso pudieran ser el camino perfecto para caer de un precipicio.
Salir de casa a cumplir con la jornada laboral rápidamente se convierte en un martirio si al llegar a la oficina el ambiente es tenso y lo típico son reproches de su jefe, aún cuando cumple con las pautas trazadas para ese día y todo está marchando bien.
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Para liderar un equipo u organización se necesita más allá que conocimiento técnico y experiencia. Pues la tendencia marca hacia las habilidades blandas, es decir, competencias creadas a través de la puesta en práctica de aptitudes, conocimientos, valores, personalidad, entre otros.
De igual forma, si la meta es cultivar buenas prácticas de liderazgo, es importante conocer cuáles nunca deben resaltar de un líder:
El egoísmo es uno de los principales factores que resaltan de un mal jefe, este tipo de persona usualmente quieren llamar la atención tomando responsabilidad de «lo que salió bien», mientras canaliza los errores a los demás.
Claro, el líder es la persona del equipo más visible, por lo cual es común recibir los elogios y retroalimentación negativa por sí solo. Sin embargo, existe una fina línea: un buen líder debe asegurar que antes de hacer entrega de un proyecto, todo debe estar en orden, evitando algún desliz del equipo.
En caso de haber dado el visto bueno y luego de entregado se identifican errores, el fallo es colectivo, no gira en torno a la persona que cometió el error.
Un buen liderazgo se define por mantener el panorama claro y recompensar al equipo cuando se cumplen las expectativas. De esta forma mantienen la transparencia tanto para ellos mismos como para los demás integrantes del equipo.
Todo lo contrario, por obvias razones, a una persona que carece de la habilidades óptimas para liderar: esta siempre juega con la incertidumbre a su favor, inculcan el miedo a un despido, desconfían de las acciones de su superior. Este factor causa que la misma tarea se repita una absurda cantidad de veces, haciendo perder el tiempo de las partes involucradas.
A todos, cualquier situación podría «sacarnos de nuestras casillas», pero cuando se convierte en una normalidad, es algo a tomar en cuenta. Un líder que se enfurece con frecuencia crea un equipo desmotivado, con empleados que buscan evitar el contacto.
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