En el mundo corporativo, uno de los mayores desafíos que enfrentan los gerentes es equilibrar su rol de liderazgo con el desarrollo de sus empleados más talentosos. Aunque muchos directivos están genuinamente comprometidos con el crecimiento de sus equipos, es común que surjan inseguridades.
¿Qué ocurre cuando un subordinado destaca tanto que podría superar a su jefe? ¿O cuándo ese empleado comienza a interactuar directamente con los niveles superiores de la organización, saltándose la cadena de mando?
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Estas preocupaciones, aunque comprensibles, pueden convertirse en obstáculos para el progreso tanto individual como colectivo.
Algunos líderes, temerosos de perder relevancia, optan por controlar estrictamente el acceso de sus empleados a los niveles superiores. Insisten en ser incluidos en todas las reuniones, revisar cada informe antes de que llegue a manos del director o limitar la interacción directa entre sus subordinados y la alta gerencia. Sin embargo, esta actitud, aunque puede parecer protectora, suele ser contraproducente.
En lugar de retener el talento, lo ahoga, impidiendo que los empleados más capaces alcancen su máximo potencial.
La realidad es que permitir que los empleados de alto rendimiento interactúen con los líderes de nivel superior no solo beneficia a los individuos, sino también a la organización en su conjunto.
Estas interacciones fomentan un flujo de ideas más dinámico, amplían la visión estratégica y permiten que los empleados contribuyan a iniciativas que trascienden su departamento inmediato. Además, este acceso ascendente es un factor clave para la retención de talento, ya que los empleados valoran las oportunidades de crecimiento y visibilidad dentro de la empresa.
Para los gerentes, el primer paso hacia un liderazgo más efectivo es identificar y superar sus propios miedos. En lugar de ver a los empleados talentosos como una amenaza, es crucial adoptar una mentalidad de colaboración y apoyo.
Cuando un subordinado destaca, su éxito refleja positivamente en su jefe y en el equipo. Por ello, facilitar el acceso a los niveles superiores no solo acelera el crecimiento del empleado, sino que también fortalece la reputación del gerente como un líder que impulsa el talento.
Es fundamental comunicar claramente los motivos detrás de estas interacciones. Explicar al empleado que estas oportunidades le brindan visibilidad y reconocimiento, y que su contribución beneficia a toda la organización, ayuda a establecer expectativas claras y reduce la ansiedad.
Al mismo tiempo, el gerente debe ser transparente con su propio jefe, asegurándose de que este conozca las prioridades y proyectos en los que está trabajando el subordinado. Esto evita malentendidos y garantiza que todos estén alineados.
Una de las claves para gestionar estas dinámicas es definir el rol del gerente en las reuniones de alto nivel. Antes de involucrar a un empleado en una reunión con la alta gerencia, es útil realizar una lluvia de ideas con el jefe para identificar las actividades más adecuadas. Este enfoque no solo asegura que el empleado esté preparado, sino que también permite al gerente comunicar cualquier punto ciego o desafío que el subordinado pueda enfrentar.
Es importante recordar que ningún empleado, por talentoso que sea, está exento de fallas. Al informar a la alta gerencia sobre las áreas de mejora del subordinado, se establecen expectativas realistas y se evita una posible desconexión.
Este nivel de transparencia no solo protege al empleado de presiones innecesarias, sino que también refuerza la confianza entre todos los involucrados.
En última instancia, el éxito de un gerente no se mide por su capacidad para mantener el control, sino por su habilidad para impulsar el crecimiento de su equipo. Permitir que los empleados interactúen con los niveles superiores acelera su desarrollo y atrae atención hacia las habilidades del propio gerente como líder.
En lugar de temer ser eclipsado, un gerente visionario ve estas interacciones como una oportunidad para destacar su capacidad para nutrir y retener el talento.
Cambiar la mentalidad de competencia a colaboración no es fácil, pero es esencial para maximizar el desempeño del equipo. Al adoptar un enfoque estratégico y deliberado, los gerentes pueden transformar sus miedos en oportunidades, asegurando que tanto ellos como sus empleados alcancen su máximo potencial.
En un mundo corporativo cada vez más competitivo, esta es la clave para construir equipos resilientes, innovadores y comprometidos.
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