Estos podrían ser síntomas de deshidratación
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¿Te sientes cansado y olvidadizo? Podrían ser síntomas de deshidratación y no lo sabes

Por | agosto 9, 2024

La fatiga, la somnolencia y la dificultad para concentrarse podrían ser señales de que no estás hidratado adecuadamente. ¿Alguna vez te has preguntado, «¿Por qué debo beber agua si no tengo sed?»? Aunque nuestro cuerpo es sabio, no siempre envía señales a tiempo sobre lo que realmente necesita. La sed, por ejemplo, no es un indicador fiable de nuestras necesidades de hidratación, ya que surge cuando la deshidratación ya ha comenzado. Y al igual que la sed, hay otros síntomas de deshidratación como boca seca, orina oscura, dolor de cabeza o mareos que también son signos evidentes de deshidratación.

Sin embargo, existen señales menos conocidas que podrían estar indicando que necesitas más líquidos, y es importante prestarles atención para evitar problemas más graves.

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Los síntomas de deshidratación menos evidentes

Además de los síntomas más comunes, la deshidratación puede manifestarse de formas inesperadas. Uno de estos signos es el mal aliento (halitosis), causado por la disminución de la producción de saliva. También pueden presentarse problemas digestivos como el estreñimiento, debido a una reducción en la actividad del sistema digestivo.

La deshidratación severa puede incluso afectar tu memoria, causando pérdidas momentáneas, o generar calambres musculares y hormigueo en las extremidades, según explica Jaume Giménez, Director de ‘Nutritional Coaching’. Estos síntomas, aunque menos conocidos, pueden ser señales de alerta que indican un desequilibrio en los electrolitos de tu cuerpo.

La deshidratación también afecta la piel, volviéndola seca, opaca y menos elástica, con tendencia a descamarse y a formar arrugas. El cabello, por otro lado, puede volverse quebradizo y sin brillo. En cuanto a las mucosas, la falta de hidratación puede causar labios secos y agrietados, así como irritación en los ojos.

¿Cuánta agua necesitas al día?

La cantidad de líquidos que necesitas varía según tu edad, sexo, nivel de actividad física y clima. Para un adulto promedio, se recomienda consumir entre 1,5 y 2 litros de agua al día, lo que equivale a 6-8 vasos. No obstante, si tu dieta incluye frutas y verduras ricas en agua, esta cantidad podría reducirse.

En situaciones de mayor necesidad, como en climas cálidos o durante la práctica de ejercicio intenso, es fundamental aumentar la ingesta de líquidos para evitar la deshidratación.

Los niños y las personas mayores son especialmente vulnerables a la deshidratación. En los niños, los mecanismos de termorregulación no están completamente desarrollados, mientras que los adultos mayores pueden perder el reflejo de la sed, lo que aumenta el riesgo de deshidratación. Las embarazadas y las mujeres en periodo de lactancia también tienen mayores necesidades de líquidos para apoyar el desarrollo del feto y la producción de leche, respectivamente.

Mejores opciones para hidratarse

El agua sigue siendo la mejor opción para mantenerse hidratado, excepto en casos de sudoración excesiva, donde es necesario reponer electrolitos con bebidas isotónicas. Además, puedes optar por infusiones de hierbas, smoothies de frutas y verduras, y jugos naturales sin azúcares añadidos.

Durante las comidas, considera incluir caldos vegetales, ensaladas con vegetales ricos en agua y cremas. Frutas y verduras como el pepino, el tomate, la lechuga, la sandía y los cítricos son excelentes para mantenerse hidratado mientras aportan vitaminas y minerales esenciales.

Estrategias para mejorar la hidratación diaria

Si te cuesta beber suficiente agua, añade rodajas de frutas frescas o hojas de menta para dar sabor, o establece recordatorios para beber regularmente. Tener siempre a mano una botella de agua y asociar su consumo con actividades diarias, como tomar un vaso antes y después de cada comida, puede ayudarte a crear un hábito saludable de hidratación.

Recuerda, mantener una buena hidratación no solo mejora tu bienestar físico, sino también tu rendimiento cognitivo y emocional. ¡No esperes a tener sed para beber agua!

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