Los ciudadanos japoneses parecen recordar con melancolía las primeras olimpiadas celebradas en tierras niponas en 1964. El evento, organizado bajo el lema publicitario ‘más alto, más rápido, más fuerte’, significaba la oportunidad perfecta para renovar una infraestructura devastada luego de la derrota en la Segunda Guerra Mundial. ‘La paz frenética’, como fue calificada por Bloomberg, se traducía en un aumento poblacional del 300% entre 1945 y 1963.
En esas dos décadas, Japón inauguraba su aclamada red ferrovaria de ancho internacional ‘Shikansen’, aún en expansión. Nuevos trenes podrían llegar a viajar a estrepitosos 500 km/h de Tokio a Osaka, aunque apenas para mediados de este siglo. También se garantizaba el acceso a agua potable, se construían parques y 4 líneas de metro; y se retomaba el control de zonas militares ocupadas por EE.UU., entre ellos conjuntos habitacionales y el Aeropuerto Internacional de Haneda.
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El ambiente pacífico y superlativo, se caracterizaba por las frecuentes muestras de innovación tecnológica. Y por evocar un futuro próspero para la potencia asiática. Pero para la prensa deportiva, los espectadores japoneses, tradicionalmente reservados, nunca se emocionaron lo suficiente al ver desfilar a los 241 atletas por la pista atlética del Estadio Olímpico de Tokio. Durante el evento, inaugurado el 10 de octubre de 1964, participaron 14 países y se rompieron 28 récords olímpicos.
Después de los Juegos en Tokio en 1964, los primeros transmitidos vía satélite y con mediciones de tiempo automatizadas en competencias de natación, muchos tenían un deseo que les suena familiar 57 años después. El deseo de una escenografía más modesta. «¿De qué sirven los juegos más grandes y caros?», tituló el influyente diario alemán F.A.Z. el 27 de octubre de 1964. Pero el comité organizador de Tokio 2020 y el COI han entendido muy tarde el mensaje.
Uno de los principales grupos de inversionistas que se han beneficiado, según Bloomberg, son los promotores de bienes raíces, que especulan con el precio de la vivienda. Es la misma razón por la que Hamburgo rechazó acoger las competencias de 2024 pese a un impresionante plan de urbanizar prácticamente sobre el agua, en su nueva zona portuaria. Tokio también desechó los diseños del nuevo Estadio Nacional de Japón, diseñado por la arquitecta anglo-iraquí Zaha Hadid, aduciendo que hubiese costado $2,000 millones de dólares.
El COI ha elegido recientemente en el escritorio a Brisbane como sede las justas de 2032, ante la falta de candidatas que ofreciesen un entorno sano, seguro y multicultural similar. Los enormes gastos espantan a las capitales industrializadas antes de asumir la otrora codiciada responsabilidad. Mientras que en Rio de Janeiro 2016 el sobrecosto fue del 51%, en el balneario ruso de Sochi, sede de la versión invernal de 2014, el presupuesto se excedió en un 289%.
En Tokio 1964 solo estuvieron presentes 9 deportes: atletismo, ciclismo, esgrima, gimnasia, tiro deportivo, natación, tenis, halterofilia y lucha greco-romana. Estos siguen estando presentes en la agenda hasta la fecha. Hoy son 33 disciplinas. En Tokio 2020 se estrenan el karate, la escalada de altura y el surf, y regresan el béisbol y el sóftball. Se espera que al menos 11,000 atletas de 205 nacionalidades ondeen su bandera mañana a partir de las 6:00 am (hora de RD), pese al embate del coronavirus. (por Martín Obyrne)
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