En un giro que marca el fin de una era para la moda rápida, Forever 21, la emblemática cadena minorista estadounidense, se ha declarado en bancarrota por segunda vez en seis años. La empresa presentó su solicitud ante un tribunal de Delaware, atribuyendo su declive a la feroz competencia de minoristas extranjeros, el aumento de costos y los cambios en los hábitos de consumo.
Este hecho refleja la caída de una marca que definió la moda juvenil durante décadas y que también pone en evidencia los desafíos estructurales que enfrentan las empresas tradicionales en un mercado dominado por el comercio electrónico y las tendencias globales.
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Fundada en 1984 en Los Ángeles por inmigrantes surcoreanos, Forever 21 disfrutó de su pleno apogeo en 2016, operando alrededor de 800 tiendas en todo el mundo, 500 de ellas en Estados Unidos. La marca se convirtió en un símbolo de la moda asequible y accesible para adolescentes y jóvenes adultos, con tiendas vibrantes y llenas de prendas de bajo costo. Sin embargo, su incapacidad para adaptarse a las nuevas dinámicas del mercado ha llevado a su declive.
En 2019, la compañía ya había enfrentado una primera bancarrota, que resultó en el cierre de 200 tiendas y su adquisición por un consorcio liderado por Simon Property Group, Brookfield Properties y Authentic Brands Group por 81 millones de dólares. A pesar de estos esfuerzos, la marca no logró recuperar su antiguo esplendor.
En su más reciente declaración, la empresa anunció que mantendrá sus tiendas y su sitio web operativos mientras implementa una liquidación ordenada de sus operaciones en Estados Unidos.
Brad Sell, director financiero de Forever 21, señaló que la compañía no ha encontrado «un camino sostenible hacia adelante», citando la competencia de gigantes extranjeros como Shein y Temu, el aumento de los costos operativos y los cambios en las preferencias de los consumidores.
Uno de los factores clave en la caída de Forever 21 ha sido su incapacidad para competir con marcas de moda rápida de origen chino, como Shein y Temu, que han dominado el mercado global con precios ultra bajos y una logística eficiente. Estas empresas han capitalizado el auge del comercio electrónico, especialmente durante la pandemia, cuando las compras en línea se dispararon. Mientras tanto, Forever 21, con un modelo de negocio centrado en tiendas físicas, no pudo adaptarse con la misma agilidad.
Además, la marca ha sido víctima de las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China. Los aranceles impuestos por la administración Trump a las importaciones chinas aumentaron sus costos, lo que afectó su capacidad para mantener precios competitivos. Este escenario ha sido particularmente desafiante para un negocio que depende de la producción en masa de prendas de bajo costo.
El modelo de negocio de Forever 21, basado en la producción masiva de ropa barata y desechable, también ha sido objeto de crecientes críticas por su impacto ambiental. En un mundo cada vez más consciente de la sostenibilidad, los consumidores, especialmente los más jóvenes, están optando por marcas que ofrecen transparencia y prácticas responsables. Forever 21, sin embargo, no logró reinventarse para responder a estas demandas.
Forever 21 no es la única cadena minorista que enfrenta dificultades en Estados Unidos. En 2023, las principales cadenas anunciaron el cierre de más de 7,300 tiendas, un aumento del 57 % respecto al año anterior, según datos de Coresight Research. Marcas como Walgreens y CVS también han reducido su presencia física, reflejando una tendencia generalizada hacia la consolidación y el cierre de locales.
A nivel global, Forever 21 cuenta actualmente con más de 540 tiendas, una cifra significativamente menor a las 800 que operaba antes de su primera bancarrota. Aunque la marca podría sobrevivir a través de acuerdos de licencia, es poco probable que recupere su antigua relevancia.
La moda rápida, tal como la conocemos, está en una encrucijada. Mientras que marcas como Shein y Temu dominan el panorama actual, su éxito también está bajo escrutinio por prácticas laborales cuestionables y su impacto ambiental. En este contexto, el futuro de la industria podría depender de la capacidad de las empresas para equilibrar la asequibilidad con la sostenibilidad y la innovación.
Para Forever 21, el camino a seguir parece incierto. Aunque una venta parcial o total de sus activos podría mantener viva la marca, es poco probable que recupere su posición dominante. Su historia sirve como una lección para otras empresas: en un mundo donde las tendencias cambian rápidamente y la competencia es global, la adaptación y la reinvención no son opciones, sino imperativos.
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