Catalizador de la banca privada dominicana y santiaguero ejemplar, Alejandro E. Grullón E. es un nombre ligado al desarrollo del sector financiero y al aporte que este ha hecho al crecimiento de la actividad empresarial.
Grullón E., fallecido ayer en La Romana, después de haber fundado en 1963 el Banco Popular Dominicano, el cual dirigió durante 25 años, llevándolo por un sendero de crecimiento admirable, que inició financiando las necesidades de capital de los empresarios de Santiago hasta convertirse en el primero por activos del sector privado. Acompañando el crecimiento de la economía nacional, la entidad se expandió a tal punto que se transformó en un poderoso conglomerado que cobija una administradora de fondos de pensiones, una filial en Panamá, un puesto de bolsa, una administradora de fondos de inversión y una empresa de servicios digitales.
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Reconocido en el entorno financiero como un banquero ejemplar, el pionero traspasó el comando de la entidad a su hijo Manuel Alejandro en 1990 y se convirtió desde entonces en presidente Ad Vitam y Consejero Emérito.
Sus aportes van más allá del mundo financiero, pues se convirtió en un verdadero catalizador del desarrollo de las capacidades del país. Sus inicios fueron en la industria maderera y agrícola, de propiedad familiar, donde descubrió las necesidades financieras de otros jóvenes empresarios como él.
Más tarde, desde el seno de la Asociación por el Desarrollo de Santiago, Inc. (APEDI), además de colaborar en la creación de grandes instituciones nacionales de distintos géneros, logró conciliar el interés para la creación de un banco de capital privado con representación de seis importantes provincias que desde sus inicios ofreció servicios a las pequeñas industrias, al sector rural, así como la apertura de cuentas de ahorro y corrientes con bajos depósitos.
Así fue como inició la construcción de un sólido sistema financiero para los dominicanos, con una apertura de vías de crecimiento y progreso económico. Fue bajo su dirección que se ofreció una amplia gama de servicios financieros con la creación de diversas instituciones financieras que le sirvieron de soporte para el crecimiento.
Luego, con la promulgación de la Ley Monetaria y Financiera de 2002 se unificaron bajo la figura de Banco Popular Dominicano C. x A. – Banco Múltiple. Asimismo, fue gracias a su contribución que se crearon el BPD Bank, en Nueva York, y el Popular Bank, en Panamá.
Mientras establecía el Banco Popular Dominicano, Alejandro E. Grullón E. se hacía consciente de la necesidad de trabajar de manera mancomunada como sector y por ello inició la creación de la Asociación de Bancos Comerciales de la República Dominicana (ABA).
También se involucró en la conformación de un empresariado más comprometido con su país a través de la Fundación Dominicana de Desarrollo (FDD) y la creación de la Fundación de Institucionalidad y Justicia (FINJUS), para contribuir al debate y formalización de un sistema judicial más efectivo y transparente.
En lo que resta de su carrera como banquero, continuó apoyando iniciativas institucionales encaminadas a mejorar asuntos de interés para los dominicanos. Tal es el caso de la Comisión de Seguimiento de los Trabajadores de Remozamiento y Mantenimiento de la Basílica Catedral Nuestra Señora de la Altagracia, de la Fundación Patronato Cueva de las Maravillas, de la Fundación Sur Futuro y del Consejo Consultivo Presidencial.
Tiempo después fue nombrado por el Poder Ejecutivo en la presidencia del Plan Sierra, una institución sin fines de lucro ligada a la preservación del agua y desarrollo de bosques energéticos en la cuenca de los ríos del norte del país y de la Cordillera Central.
La familia Grullón por tradición, ha contribuido al desarrollo nacional, desde diferentes sectores. Convirtiendo así a la familia en un referente de crecimiento para el país. Es por esto, que hoy le despedimos con algunas de sus palabras, pronunciadas en el acto de la fundación de la Casa de la Cultura en la Romana y que nos llenan de esperanza:
“En la historia de la humanidad, las crisis han demostrado ser circunstancias que traen envueltas en sí mismas la alternativa del progreso. Aquí no hay lugar para términos medios, la opción debe ser el progreso”.
