Más allá de la política y diplomacia, Taiwán contiene un componente económico clave en el que tanto China como Estados Unidos están interesados: la industria de los chips.
La histórica tensión entre norteamericanos y chinos alcanzó un nuevo nivel con la visita de Nancy Pelosi a la isla.
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Y en medio de la retórica entre los gobiernos de Pekín y Washington D.C, la industria de los chips en Taiwán se encuentra a las puertas de una crisis que no ha hecho más que agudizarse debido a la pandemia y sus efectos en la proveeduría de semiconductores para el mundo.
A finales de julio de este año, la Cámara de Representantes de Estados Unidos aprobó un proyecto de ley para inyectar un subsidio de US$52.700 millones para la fabricación de chips, en un intento de posicionar a la industria por encima de China.
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La isla de 35.980 kilómetros cuadrados es hogar de la compañía más grande en la producción de chips chips: Taiwan Semiconductor Manufacturing Company (TSMC).
De acuerdo con Visual Capitalist, TSMC es el mayor fabricante con el 54 % del mercado.
TSMC fabrica semiconductores para Apple, Intel, Nvidia, AMD y Qualcomm.
Además, Taiwán también es sede de United Microelectronics Corporation (UMC), Powerchip Semiconductor Manufacturing Corp. (PSMC) y Vanguard International Semiconductor Corporation (VIS).
En total, el país acapara el 63 % del mercado mundial de semiconductores; Corea del Sur tiene el 18 %; China el 6 % y el resto del mundo, el restante 13 %.
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China cumplió con su promesa de reaccionar ante la visita de Pelosi a Taiwán.
En total son ocho medidas, que incluyen una sanción a Nancy Pelosi y la suspensión de mecanismos de cooperación en materia judicial, cambio climático, asistencia judicial penal, lucha contra delitos trasnacionales, reuniones de trabajo entre ministerios de defensa, entre otras.
Las sanciones coinciden con las maniobras y ejercicios militares chinos en el estrecho de Taiwán y de Formosa.
Ante esto, Anthony Blinken, secretario de Estado de los Estados Unidos, califica las reacciones de Pekín de «injustificadas».
Pese a la crisis, la Casa Blanca insiste en mantener abiertas las líneas de comunicación con China. En particular, el llamado de John Kirby, coordinador de Comunicaciones del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, es que China no cierre su participación en materia medioambiental para combatir el cambio climático.
Durante la reunión de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) en Nom Pen, Camboya, que contó con las participaciones de los representantes de Estados Unidos, Rusia y China, las tensiones eran palpables entre los dos bloques en los que se dividó el encuentro.
Por un lado, el ministro de Exteriores chino, Wang Yi, y su homólogo ruso, Serguéi Lavrov, dieron muestras de sintonía, mientras que la distancia con Estados Unidos, la Unión Europea, Australia y Japón quedó en evidencia.
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Gabriel Rico Albarrán
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