Casi dos meses después de la caída de Silicon Valley Bank (SVB) sistema financiero de Estados Unidos toma oxígeno. «Estará sano y salvo», confirmó el presidente Joe Biden, después de que uno de los principales banqueros del país volviese a asumir el rol de salvador. Lo hizo en 2008; 15 años después, Jamie Dimon acude al rescate por segunda vez.
«Nuestro gobierno nos invitó, a nosotros y a otros bancos, a dar un paso al frente; y lo hicimos». Así lo resume del propio Dimon, en declaraciones recogidas por la agencia de noticias EFE. El paso adelante se traduce en una cifra, US$10.6 mil millones, con la que JPMorgan Chase ha comprado la mayor parte de las operaciones de First Republic Bank, entidad arrastrada por la quiebra de SVB.
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El movimiento se une al depósito conjunto de US$30 mil millones realizado a mediados de marzo por los gigantes del sistema bancario de Estados Unidos.
De esta forma, como recoge un comunicado de la Corporación Federal de Seguro de Depósitos (FDIC), «JPMorgan Chase Bank asumirá todos los depósitos y sustancialmente todos los activos de First Republic Bank».
«Todos los depositantes de First Republic Bank se convertirán en depositantes de JPMorgan Chase Bank», explica la FDIC. También las 84 oficinas físicas de First Republic. Así, los ahorros de particulares y empresas quedan asegurados.
Con este movimiento se frena la caída del segundo banco más grande de la historia de Estados Unidos en quebrar. La explosión del SVB llevó a First Republic a perder alrededor de US$100 mil millones en depósitos, muchos de los cuales se desplazaron a los grandes bancos, como JPMorgan Chase.
La propia entidad reconoció, según recoge EFE, que atrajo unos US$50 mil millones de clientes atemorizados que buscaban poner su capital a buen recaudo. Así, alcanzó los US$2.4 billones durante el primer trimestre del año actual.
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Desde esta posición de fuerza, y con el objetivo de evitar un cataclismo generalizado, Jamie Dimon decidió asumir el protagonismo del rescate. Todo, a pesar de que hay dos factores que parecían jugar en contra de que el presidente y CEO de JPMorgan Chase se erigiera en salvador.
El primero es que, desde un punto de vista estrictamente «egoísta», los datos citados anteriormente demuestran que la caída de bancos estaba traduciéndose, a corto plazo, en un aumento de los activos de su entidad.
Por encima de esto, Dimon ha puesto en valor el desastre que supondría la caída de First Republic para la sociedad estadounidense, las pequeñas empresas y todo el entramado financiero. Pese a que los cinco gigantes bancarios controlaban el 47 % de los activos (US$13 billones), EFE explica que la influencia de las entidades pequeñas es muy relevante en algunas áreas, como la inmobiliaria. Por ello, el golpe sería mayúsculo.
El segundo factor que podría haber jugado en contra de la participación de Dimon en el rescate es que el banquero se ha declarado, en diversas ocasiones. arrepentido de haber dado este mismo paso durante la crisis de 2008.
Entonces, JP Morgan se convirtió en el líder del sistema, al comprar Bear Stearns y activos del Washington Mutual. Operaciones que dieron oxígeno al entramado bancario pero que supusieron verdaderos dolores de cabeza para Dimon. De hecho, el alto ejecutivo se vio envuelto en diversos procesos judiciales derivados de los activos tóxicos de Bear Stearns.
Con este contexto de fondo, el New York Times desveló una cena que tuvo lugar horas después de la caída de Silicon Valley Bank, el 10 de marzo. En ella, el CEO de Pershing Square Capital Management (compañía de gestión de fondos), Bill Ackman, preguntó directamente a Dimon si compraría SVB. «Esta vez, no», respondió el banquero.
Sin embargo, cuatro días más tarde y ya con First Republic contra las cuerdas, la secretaria del Tesoro Janet L. Yellen se reunió con Dimon, que accedió a trazar una hoja de ruta para sostener el sistema. El plan, detalla el mismo medio, incluía la operación de aportar, entre distintos bancos, US$30 mil millones.
El primer movimiento no fue suficiente, por lo que Dimon y JPMorgan Chase asumieron el volante de First Republic. «Estas acciones garantizarán que el sistema bancario esté sano y salvo, y eso incluye proteger a pequeñas empresas de todo el país que necesitan poder pagar la nómina a sus trabajadores», afirmó Biden, que puso en valor que el sistema sigue a flote sin que se haya invertido dinero público.
Algo a lo que sí se vio empujado George W. Bush en la crisis de 2008. Atendiendo a cifras de EFE, su gobierno puso sobre la mesa US$700 mil millones de dinero del Estado para salvar bancos.
Dos crisis distintas con un denominador común. Quince años después, el etiquetado por el New York Times como «el banquero favorito de Obama» vuelve al rescate.
Borja Santamaría
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