El profesor de finanzas de la Universidad de Nueva York, Nouriel Roubini, lanzó la primera voz de alarma hace alrededor de un año. La amenaza se fue abriendo, poco a poco, un hueco en los distintos foros y debates económicos. Esta misma semana, fue el Banco Mundial el que encendió la luz roja. El fantasma de la estanflación sobrevuela la economía. Lo que parecía un drama muy lejano hace apenas unos meses es hoy una posibilidad cada vez más real, con la guerra en Ucrania como motor.
Estanflación es la suma de dos realidades macroeconómicas: estancamiento e inflación. Si se combina un crecimiento bajo o nulo con un aumento de precios elevado, el resultado es la temida estanflación. Actualmente, el segundo punto se cumple en gran parte de las economías mundiales, con una inflación récord en muchos países. Mientras, las previsiones de crecimiento están siendo revisadas a la baja por los distintos organismos. Por ello, la amenaza sigue agrandándose.
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El mundo vivió una estanflación en los años 70, con la gran crisis del petróleo como causa. Entonces, según recuerda el Banco Mundial, las economías avanzadas tuvieron que subir drásticamente los tipos de interés para recuperare. Pero estas subidas, a su vez, desataron crisis financieras en los mercados emergentes y economías en desarrollo, al reducir la demanda internacional y el capital disponible.
La estanflación es un círculo vicioso: las soluciones para la inflación afectan al crecimiento, y viceversa
Caer en la estanflación llevaría a las economías a una situación complicada y, sobre todo, de difícil solución. Por ello, a un problema que podría prolongarse en el tiempo. La inflación se uniría a una recesión que generaría un aumento del desempleo y un descenso de la inversión. La gente, especialmente las clases medias-bajas, tendría menos dinero y los productos serían más caros. La caída del poder adquisitivo sería muy severa.
Además, las medidas que se necesitan para suavizar una de las heridas de la estanflación no hacen sino agravar la otra. Son remedios contradictorios. Las políticas monetarias y fiscales que se llevan a cabo en una recesión buscan estimular el consumo, lo que provoca un aumento de precios. Por su parte, las soluciones a la inflación pasan, en muchos caso, por frenar el consumo, lo que daña el crecimiento económico.
Un círculo vicioso que convierte la estanflación en uno de los problemas económicos más complejos.
El Banco Mundial publicó un informe en el que alertaba de un riesgo de estanflación en varios países, con la guerra de Ucrania y la persistencia de la pandemia en China como causas principales. El organismo rebajó la previsión de crecimiento mundial en 2022 hasta el 2.9 %, lo que supone un 1.2% menos respecto a lo proyectado en enero.
Global growth is expected to slump from 5.7% in 2021 to 2.9% in 2022—significantly lower than previously reported forecasts. It will likely hover around that pace through 2024. #WBGEP2022 https://t.co/RvLLIatL3u pic.twitter.com/SJJ5pfEaDM
— World Bank Research (@wb_research) June 7, 2022
Estas fueron las nuevas previsiones en algunos países y zonas:
«La guerra en Ucrania, los cierres por la covid-19 en China, los problemas en la cadena de suministros y el riesgo de estanflación están golpeando al crecimiento», indicó el presidente del Banco Mundial, David Malpass. «Para muchos países, la recesión será difícil de evitar». Malpass urgió a los países a «promover» la producción y a llevar a cabo reformas fiscales, monetarias, climáticas y de deuda que les permitan combatir «los problemas distributivos y la desigualdad».
Desde el organismo financiero internacional alertaron de la tentación que pueda darse entre los gobiernos de países en vías de desarrollo de fijar controles de precios o restricciones a la exportación para hacer frente a los altos precios y a las previsibles protestas ciudadanas. «Los políticos de los mercados emergentes y las economías en desarrollo deben abstenerse de implementar restricciones a las exportaciones y controles de precios que podrían magnificar el aumento en los precios de las materias primas», indica el informe del Banco Mundial.
En el caso de República Dominicana, el peligro de estanflación parece lejano. Si bien es cierto que el país está registrando una inflación impactante, fijada en el 9.64% interanual en abril, los datos de crecimiento invitan al optimismo.
Durante el primer cuatrimestre, la economía dominicana creció un 5.8%. En cuanto a las previsiones para 2022, tanto el Fondo Monetario Internacional como la calificadora Moody’s las fijaron en el 5%, lejos de los baremos que pondrían a un país en riesgo de estanflación. (Redacción Revista Mercado, con información de EFE)
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