El servicio de abastecimiento de agua es un punto en agenda para la mayoría de los países Latinoamericanos. Sin embargo, el mejoramiento de este servicio no ha fluido igual para todos; menos aún con la llegada de la pandemia del covid-19, con sus múltiples impactos políticos y sociales, que han puesto en riesgo algunas inversiones para lograr el acceso universal al agua y su saneamiento.
En los últimos 10 años se han estado realizando múltiples inversiones de dinero, así lo sostiene el hidrólogo regional del Programa Hidrológico Internacional de la Oficina de Ciencias de la Unesco para América Latina y el Caribe, Miguel Doria, quien enfatiza que en las últimas décadas la prioridad «ha sido el acceso al agua», pero cada vez se pone más atención en la calidad.
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En esos mismos 10 años de inversión, en República Dominicana, el mercado de botella de 16 onzas subió entre 30 y 35%, con inversiones que suman US$ 400 millones.
El sector formal de agua tiene agrupados en la Asociación Dominicana de Embotelladoras de Agua Purificadas (Adeagua) unos 100 miembros. Mientras que, en el país existen unas 300 empresas formales del ramo, pero de manera informal hay alrededor de 1,000 indican cifras oficiales.
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Cerca del 80% de la población dominicana consume agua embotellada, de acuerdo con informes ofrecidos por Adeagua. Las empresas formales del sector generan cerca de 10,000 empleos directos y una cantidad mayor indirectamente. En adición a la comercialización de agua usada para tomar, aunque en muchos casos esa agua no esté apta, hay que considerar también el negocio en torno a los camiones cisternas, que ofertan el líquido mayormente para uso doméstico, y el agua importada desde diversos países, entre ellos España, Francia y EE.UU. Sin embargo, ese producto extranjero no afecta a la industria local, pues su consumo y uso no alcanza el 1% dentro de la demanda del mercado dominicano.
Esto en gran medida se debe a que el dominicano ha aprendido a consumir el agua que le llega a su casa en botellones herméticamente cerrados. Las empresas grandes han crecido en la preferencia de consumidores y su alcance ha aumentado.
Aunque las infraestructuras también requieren de una inversión humana y monetaria significativa, para poder desarrollarla y llevarla a su máxima capacidad de funcionamiento, el hidrólogo regional de la Unesco enfatiza que las inversiones destinadas al agua «habitualmente tienen un retorno económico bastante elevado», ya que, por cada dólar que se coloca en el sector, hay un retorno de entre 2 a 30 veces más.
«Este retorno no solo se da a nivel económico sino de una forma más amplia, porque invertir en agua es invertir en la erradicación de la pobreza, del hambre (…), en la salud humana en particular en la infantil; es invertir en la educación en la igualdad de género, en toda una serie de temas que son fundamentales para el desarrollo», asegura.
En tal sentido, la UNESCO calcula que tres de cada cuatro empleos en el mundo dependen en mayor o menor medida del agua. La escasez de agua potable y los problemas de acceso a ella y al saneamiento pueden por lo tanto limitar el crecimiento económico y la creación de empleo en los próximos decenios, avalado por un informe de las Naciones sobre el desarrollo de los recursos hídricos en el mundo, titulado “Agua y empleo”; que además muestra a la mitad de los 1.500 millones de trabajadores del planeta que están empleados en ocho de los sectores más dependientes del agua.
El 22 de marzo, se subrayó el papel clave que tendrá el agua en el marco de la Agenda 2030 para el desarrollo sostenible. Este análisis pone de relieve que el agua es empleo: para garantizar una gestión segura de este recurso se precisan trabajadores, y al mismo tiempo, el agua genera actividad y mejora las condiciones laborales. Desde su extracción hasta su retorno a la naturaleza, pasando por su uso, el agua es un factor clave en la generación de empleos. Esto quedó en evidencia tras las entrevistas que tuvimos con los principales actores de la distribución y saneamiento del agua en República Dominicana que operan en el INDRHI, INAPA y CAASD
En África, la inversión en proyectos a pequeña escala para brindar acceso a agua potable y saneamiento podría resultar en un retorno de inversión de cerca de 28.400 millones de dólares por año, es decir, 5% del producto interior bruto (PIB) del continente.
En Estados Unidos, se calcula que cada millón de dólares invertido en infraestructuras tradicionales de abastecimiento de agua y saneamiento genera entre 10 y 20 puestos de trabajo. Además, la oficina de análisis económico del Departamento de Comercio estadounidense indica que cada empleo creado en el sector del agua y el tratamiento de aguas servidas crea 3,68 empleos indirectos en la economía nacional.
Otro estudio realizado en América Latina apunta que invertir 1.000 millones de dólares en el desarrollo del abastecimiento de agua y el saneamiento se traduciría en la creación de 100.000 empleos.
La transición hacia una economía más verde, en la cual el agua desempeña un papel central, también tendría como consecuencia la creación de empleo. Según la Agencia Internacional de Energía Renovable, en 2014 había 7,7 millones de personas empleadas en el sector de las renovables en el mundo.
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