A mediados de diciembre 2020 apenas comenzaba la vacunación contra el virus, convertido en pandemia, que consiguió paralizar el mundo; desde entonces cada país ha hecho grandes sacrificios por obtener la inyección e inmunizar a su población lo antes posible, pero a un ritmo tolerable para su economía.
El gobierno dominicano creó el Programa Ampliado de Inmuniación (PAI), el cual a su vez dividió este proceso en fases, la primera iniciando en febrero, inoculando al personal de salud de primera línea, adultos mayores de 70 años, personas en hogares de adultos mayores, docentes y personal de primera línea de las Fuerzas Armadas, así como la Policía Nacional; a la fecha, el Ministerio de Salud Pública ha confirmado la vacunación de 480,237 habitantes. En Latinoamérica, el gobierno de Argentina fue el primero en iniciar las inyecciones con la vacuna rusa Sputnik V, para marzo 2021, el 1,8% de su población había recibido la primera dosis; Chile ciertamente ha dado de qué hablar, con la llegada de casi dos millones de dosis de la vacuna proveniente de China, Sinovac, tomó la delantera en la región teniendo a casi el 20% de sus habitantes inmunizados.
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Cientos de países se han dedicado en estos últimos meses a efectuar sus planes de vacunación contra el covid-19, algunos gobiernos han sido capaces de administrar la dosis a su población con mayor eficiencia que otros; el proceso sigue siendo lento y, en ocasiones, tedioso. En diversas regiones del mundo, la escasez de vacunas, junto a significativos retrasos en los suministros por parte de farmacéuticas, aleja aún más la posibilidad de imaginar un mundo en el que haya países con excedente de inyecciones. Pese a esto, la mente podría ponerse a prueba, idealizando un futuro en el que una vez su país disponga de suficientes dosis para satisfacer las necesidades inmediatas de su población,
En este aspecto, Ipsos llevó a cabo una encuesta en 16 países con el fin de conocer la cual considerarían es la decisión correcta: ceder las dosis extra a otras naciones en déficit o conservar las sobrantes por precaución; Reino Unido destaca con un 69% de los encuestados practicando la solidaridad, es decir, favoreciendo ceder las dosis sobrantes. En México, los datos arrojados divergen de la tendencia solidaria, sin embargo, apenas un 6% es lo que marca la diferencia entre ceder o conservar, representando un 43% y 49% de los encuestados, respectivamente. Al otro lado del mundo, los japoneses tienen una situación similar pero contraria; el 36% prefiere cederlas, mientras al restante 32% le gustaría su gobierno tomara la decisión de conservarlas.
Los europeos, así como los norteamericanos, tienden a preferir donar a otro país que conservarlas a manera de “por si las moscas”. Más abajo en el continente americano, en países como Colombia (52%), México (49%) y Argentina (46%), es superior el porcentaje de ciudadanos que favorecen mantenerlas en territorio nacional; en los países latinoamericanos el porcentaje refleja las opiniones del segmento más “conectado” de la población.
De los países latinoamericanos presentes, Colombia marca a mayor escala la diferencia de opinión entre ambas decisiones, un 33% escoge ceder las dosis sobrantes, sin embargo se enfrenta a una cifra superior (52%) cuya opinión es totalmente contraria.
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