La guerra de las mascarillas - Revista Mercado
Amadita

La guerra de las mascarillas

Por revistamercado | mayo 1, 2020

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[vc_row][vc_column][vc_column_text]SIGLOS ATRÁS, el producto que despertaba la codicia internacional era el oro, y en la alocada carrera por obtenerlo fueron aniquilados pueblos nativos en América y creció aceleradamente la piratería en los mares, en muchas ocasiones auspiciada por poderosas monarquías.

En la década de los 1970 el primer lugar en la escala de productos de desenfrenada demanda lo tomó el petróleo, ante el cual se rendían dóciles los países importadores, mientras surgían como nuevos magnates los reyes, emires y jeques de Medio Oriente, mientras la OPEP se convertía en la organización más temida del mundo.

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Los productos ilícitos han marcado otra era, dando lugar a un lucrativo comercio internacional clandestino y a interminables cadenas de crímenes sin fin y fracasados planes estatales para su erradicación. Así ha ocurrido, en distintos momentos de la historia, con el opio, la cocaína o la heroína.

Y ahora, en el 2020, el producto más codiciado en el planeta pertenece a otro sector completamente diferente. La mascarilla, un accesorio ligado a la medicina, por su imprescindible uso en las intervenciones quirúrgicas y obligantes en distintos niveles de consulta especializada, se convirtió en el elemento de mayor demanda en el comercio internacional.

Cuando el tenebroso Covid-19 se convirtió en la pesadilla de la humanidad, los gobiernos adoptaron la idea de recomendar su uso, pero a medida que la situación se agravaba empezó a exigirlo a sus ciudadanos con carácter de obligatoriedad.[/vc_column_text][vc_column_text]La mascarilla es ya casi una prenda de vestir. Son tan comunes que ver a una persona en la calle sin su mascarilla es motivo de sorpresa.[/vc_column_text][vc_single_image image=»41884″ img_size=»medium» alignment=»center»][vc_row_inner][vc_column_inner][vc_column_text]Nadie imaginó, hasta el año pasado, que una persona podría entrar enmascarada a un banco. Y si lo hacía, era inevitablemente un asaltante que, armado, se dirigiría presuroso al cajero.

Hoy es una imagen común y quien no entre enmascarado a un banco es un sospechoso. Además, con la expansión acelerada del covid-19 en EE. UU., la demanda de mascarillas que ya era máxima, desbordó cualquier capacidad de producción. Y se generó una rapiña mundial, en la que, como para cualquier otro producto, hay presiones a través de ofertas de mejores precios y pedidos en cantidades inverosímiles.

La demanda estadounidense se enfocó en China, un productor que no solo tiene buena capacidad, sino que ya tenía sus fábricas a tope, por sus propias necesidades internas. Y cuando EE.UU. presentó a los chinos sus órdenes de compra, los primeros perjudicados fueron los países europeos, puesto que el coloso asiático les frenó sus despachos, para redirigirlos a Norteamérica.[/vc_column_text][/vc_column_inner][/vc_row_inner][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_separator color=»chino»][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text]

La demanda mundial de mascarillas está llevando a que se pierda la ética en el comercio internacional.

[/vc_column_text][vc_single_image image=»41886″ img_size=»large» alignment=»center»][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column css=».vc_custom_1597416685457{border-radius: 1px !important;}»][vc_column_text]España vivió en carne propia la guerra de las mascarillas el mes pasado. Los abastecedores de los centros hospitalarios expresaron oficialmente su incapacidad de mantener el ritmo de entregas.

La espectacular creciente de la demanda mundial y los problemas de suministro reconvirtieron la producción, de tal manera que en todas partes se empezaron a producir y, de hecho, muchos gobiernos instaron a sus ciudadanos a elaborarlas en casa. Así, cientos de empresas de confecciones abrieron este nuevo renglón en sus portafolios.

Pero las que cumplen con las normas internacionales de calidad son las conocidas con la referencia KN95 de Aeroméxico que viajó a China en busca de equipo médico y retornó de Shanghái, en medio de estricta vigilancia, con diez toneladas de guantes y mascarillas KN95.

Brasil las considera como un bien de máxima prioridad. Las quirúrgicas tienen como destinatarios a los profesionales de la salud. En la última semana de marzo les entregó 14.2 millones de unidades KN95 por todo el país.

El mercado no se tranquilizará a corto plazo. La demanda por las KN95 seguriá creciendo. No las fabrican solo en China pero sí es este el país de mayor capacidad de producción.[/vc_column_text][vc_column_text]Cuando hay tanta demanda de un bien, la ética pasa a un segundo plano y las reglas no se respetan. La Organización Mundial de Comercio y de las cuales el rey de la producción sigue siendo China.

Y se acabó el juego limpio. En Francia se asegura que el mes pasado, un cargamento ya programado para salir hacia París, fue adquirido en un aeropuerto chino, en efectivo y a mayor precio, por compradores estadounidenses.

En Canadá, el primer ministro Justin Trudeau ordenó una investigación sobre los reclamos que le llegaban de otros países, señalando que se estaban desviando embarques de mascarillas.

Con un mercado tan convulsionado, no es de extrañar que México otorgara especial cuidado a un avión asiste atónita a una rapiña mundial en la que pugnan los estadounidenses y los europeos, mientras los latinoamericanos suplican por envíos cada vez más demorados.

La sabiduría china gana una vez más en el comercio internacional: es el gran abastecedor de las mascarillas para protección contra el virus que también se originó allá.

Cuando la pandemia apenas empezaba a extenderse, Trump se burlaba: “es una gripa china”. Ahora, su país es el mayor comprador de mascarillas para evitar el contagio. ¿A quién se las compra? A los sonrientes chinos.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text]Suscríbete a la revista y regístrate a nuestros newsletters para recibir el mejor contenido en tu buzón de entrada.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]

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