[vc_row][vc_column][vc_column_text]Por 100 años, el jabón de cuaba fue indispensable en los hogares dominicanos, pero en la medida en la que el poder adquisitivo fue mejorando, este producto tradicional fue desplazado por elementos de higiene con colores, olores y marcas desarrolladas. Así, la barra color miel que en barrios y campos servía para lavar ropa a mano y para el aseo personal, fue relegada a una baja posición en el gusto popular y en los anaqueles de los comercios.
Sin embargo, llegó el coronavirus.
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El pasado 8 de marzo, el ministro de Salud Pública, Rafael Sánchez Cárdenas, miró fijo a los lentes de las cámaras y sin su titubeo habitual declaró que el jabón de cuaba es “más efectivo que los productos higiénicos con base en alcohol para prevenir la COVID-19 (la enfermedad del coronavirus 2019)”. Así, una autoridad pontificaba con palabras que una centenaria receta de coco, aceite de palma, grasa de manteca y agua destilada era la oportunidad de los consumidores de mantener “las manos limpias” contra lo que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró como una pandemia el pasado 11 de marzo.
Un héroe inesperado: el jabón de cuaba pasó de los lugares más recónditos de los supermercados, a las mesas de exhibición que saludan a los visitantes de estos comercios, con la declaración del rector de la salud del territorio dominicano.
En la medida en la que los consumidores sintieron el pánico, comprar jabón de cuaba se hizo indispensable, con el impulso natural de acaparar algo más de lo necesario, “por si acaso”.
Gracias a la pandemia recupera este producto tradicional y de elaboración sencilla, su lugar entre los elementos indispensables de los hogares.
El coronavirus es un enemigo poderoso. Su poder destructivo abarca los cinco continentes y países de economías avanzadas, emergentes o atrasadas. Ataca a personas de todos los estratos sociales. Los científicos luchan por buscar cómo detener un virus hasta ahora irrefrenable. Ningún sector se ha librado de sus ataques. Sin embargo, se puede evitar su contagio por medio del humilde jabón: el de cuaba.
Lavarse las manos es un recurso de precaución invocado constantemente por la propia OMS. El presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, recordó la necesidad de tal costumbre en la intervención en la que anunció el estado de alarma. ¿Y cuál es el mejor jabón para el efecto? El de cuaba.
Sin tener una noticia para comunicarle a sus compatriotas sobre un mecanismo para vencer a la COVID-19, a los jefes de Estado solo les queda el recurso de pedir que todos sus conciudadanos se laven las manos frecuentemente. Nunca antes tantos mandatarios habían invocado esa costumbre. Donald Trump (Estados Unidos), Pedro Sánchez (España), Jair Bolsonaro (Brasil), Andrés Manuel López Obrador (México), Alberto Fernández (Argentina), Sebastián Piñera (Chile), Martín Vizcarra (Perú), Iván Duque (Colombia), Lenín Moreno (Ecuador), Luis Lacalle (Uruguay)… todos piden lavarse las manos. Es en estos días el mejor acto de responsabilidad social que cualquier ciudadano puede hacer. Y el jabón de cuaba está listo para acudir en ayuda de todos.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text]Tik Tok, la nueva red social que adquiere alta popularidad entre los jóvenes amantes de los videos caseros, marcó un video de Gloria Gaynor, mientras se lavaba las manos cantando su éxito “I will survive”, como el más imitado de su historia hasta mediados de marzo. En definitiva, la higiene personal y la prevención están en las yemas de los dedos.
Algunas industrias dominicanas han corporativizado la tradición del jabón de cuaba y, dada la demanda impulsada por la prevención de la COVID-19, se han dado cuenta de que fue una buena decisión mantener esta línea de producto pese a los cambios que los consumidores han mostrado en los últimos 20 años.
MercaSID, una empresa del Grupo Sociedad Industrial Dominicana, se ha destacado por la fabricación y distribución de comestibles que forman parte del día a día de las mesas locales. Pero para los años 1990 invertía montos relevantes de publicidad en su marca Lavador, la denominación que el gigante de la industria local mantiene para su jabón de cuaba, el cual han mezclado con miel, le han agregado arándanos y lo han hecho líquido para adaptarse al gusto de los compradores, pero sin dejar de fabricar la barra cuadrada y simple que ahora cobra un protagonismo fundamental.
De su lado, César Iglesias compite en los segmentos de limpieza, higiene personal y la alimentación. En su portafolio se encuentran Hispano y Río, dos marcas que distinguen los jabones de cuaba que fabrican. Estos productos eran populares para lavar la ropa a mano, pero se vieron amenazados con la expansión de la presencia de las lavadoras en los hogares de clase media y baja. Ante esto, esta destacada empresa industrial trató de posicionar una modalidad para lavadoras, que se presenta en una bolsa llena de restos de la pasta de jabón triturada. Independientemente del rendimiento de ese nuevo producto, siguieron fabricando la barra tradicional. El Ministerio de Salud Pública premió esa estrategia empresarial.
¿Será posible acelerar el paso de la fabricación del jabón de cuaba para calmar los ímpetus nacionales de higiene y la mismo tiempo exportar “la solución al coronavirus”? ¿Pasaría este producto tradicional de República Dominicana las pruebas o el escrutinio de voces autorizadas para la prevención de la COVID-19 en otras latitudes? En tiempos de pandemia, el comercio hace giros inesperados, como la posibilidad de que un ministro suba de categoría un producto. Cualquier cosa es probable.
La crisis, a veces, demuestra que la mejor estrategia para preservar lo que se valora es el regreso a lo básico, a la tradición, eso que existía antes de que el consumismo gobernara.
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