El gobierno de Estados Unidos anunció un incremento del 25 % al 50 % en los aranceles aplicados al acero y aluminio, una medida impulsada por el presidente Donald Trump que intensifica las tensiones en la guerra comercial. La decisión afecta principalmente a países clave como Canadá, México, Brasil, Corea del Sur, Vietnam y China, todos importantes exportadores de estos metales a EE.UU.
Según el mandatario, esta medida busca proteger la seguridad nacional y frenar la importación de metales a precios bajos que afectan la competitividad de las industrias estadounidenses. Aunque los aranceles del 25 % habían ayudado a estabilizar los precios internos, Trump considera que no han sido suficientes para recuperar la capacidad industrial estratégica del país.
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El anuncio no ha pasado desapercibido en la comunidad internacional. Mientras que el Reino Unido queda excluido del aumento arancelario por un acuerdo bilateral vigente, otras potencias comerciales expresaron su preocupación. La Unión Europea lamentó la decisión, especialmente tras recientes intentos de acercamiento entre la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el mandatario estadounidense.
China respondió con firmeza, acusando a EE.UU. de violar el acuerdo de Ginebra mediante “medidas de supresión extrema”, incluyendo restricciones tecnológicas y la cancelación de visados a estudiantes. La portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, aseguró que se espera una conversación telefónica entre Trump y su homólogo chino, Xi Jinping, que podría ayudar a destrabar las tensiones, aunque desde Pekín aún no ha habido confirmación.
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A medida que se aproxima la fecha límite de julio para activar los llamados “aranceles recíprocos”, Estados Unidos acelera los contactos diplomáticos. Jamieson Greer, representante comercial estadounidense, tiene previsto reunirse en París con el comisario europeo de Comercio, Maros Sefcovic, con el objetivo de negociar un nuevo marco comercial que evite mayores tensiones.
Simultáneamente, Greer ha enviado comunicaciones a los socios comerciales recordando la posible aplicación de nuevos impuestos aduaneros, que en el caso de la UE podrían alcanzar un recargo del 20 % sobre sus exportaciones. Estas acciones confirman que la política comercial de Trump sigue marcada por un enfoque proteccionista, bilateral y de presión, generando incertidumbre en los mercados internacionales.
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