El hidrógeno es, para muchos, la energía del futuro. Así lo ven en Japón, que apuesta con determinación por este elemento químico como parte de su estrategia energética. Su plan incluye una inversión sobresaliente para multiplicar por 6 el suministro en todo el país. La cantidad: US$100 mil millones.
El Ejecutivo nipón ya ha dado el visto bueno a la iniciativa, que distribuirá esa enorme cifra en los próximos 15 años. El objetivo, según recoge la agencia de noticias EFE, es que para 2040, las 2 millones de toneladas de hidrógeno que se distribuyen actualmente en Japón se conviertan en 12 millones.
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Con este plan, Japón quiere despertar el interés del sector privado en el hidrógeno, con la meta de que se impliquen activamente en su impulso.
Además, «nos gustaría construir de forma estable una cadena de suministro de hidrógeno en Asia y la región del Indopacífico mediante la expansión de la tecnología japonesa, que ha sido líder mundial», afirmó Yasutoshi Nishimura, ministro de Economía de Japón.
Un informe de 2022 de la Agencia Internacional de la Energía (IEA) situaba a China como mayor productor mundial de hidrógeno, con 24 millones de toneladas. Estados Unidos englobaba el 13 % de la demanda, con la Unión Europea, especialmente en los países nórdicos, realizando una fuerte apuesta por este elemento químico.
India, con su Misión Nacional del Hidrógeno (2021), y Corea del Sur, que se enfocó en esta oportunidad energética en 2019, son otros protagonistas de esta tendencia, en la que Japón se convirtió en pionera en 2017, al convertirse en la primera nación en lanzar una estrategia específica sobre hidrógeno. Ahora, decide dar un paso más, aumentando la inversión y marcándose ambiciosos objetivos.
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De esta forma, Japón apunta al hidrógeno como el aliado que puede llevar al país a su descarbonización en 2050. La clave está en que este elemento químico, el primero de la tabla periódica y el más ligero que existe (también el más abundante), no emite dióxido de carbono ni otro tipo de gases de efecto invernadero al quemarse.
Sin embargo, el uso de hidrógeno pone sobre la mesa de Japón otro tipo de retos en términos medioambientales. Si bien es cierto que el elemento no produce gases, sí lo hacen el carbón el gas natural que se utilizan para producirlo. Por ello, encontrar una forma de capturar ese CO2 que se genera al producir hidrógeno es un desafío. De resolverlo, el avance ambiental sería dramático, convirtiendo este elemento en aún más idóneo para industrias como la automovilística.
La industria aeroespacial es una de las que más decididamente ha puesto sus esperanzas en el hidrógeno. Airbus figura entre sus principales valedores. La compañía ha desarrollado un avión propulsado con este elemento y sus proyectos siguen caminando en esa dirección. Lo delatan las palabras de Guillaume Faury, director ejecutivo de Airbus: «Creo firmemente que el hidrógeno tiene el potencial de reducir significativamente el impacto climático de la aviación», afirmó.
En lo que se refiere a este sector, el reto añadido es la necesidad de transformar los aeropuertos en lugares no sólo de repostaje o almacenamiento, sino también e producción de hidrógeno.
Las apuestas por el hidrógeno no dejan de crecer y Japón es el último ejemplo. Este elemento figura subrayado en verde en su Libro Blanco sobre energía.
Con información de EFE
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