Elon Musk, conocido por sus innovaciones en diversas industrias, ha enfrentado recientemente un conflicto significativo con el gobierno brasileño a través de su compañía X, anteriormente conocida como Twitter. Brasil es el sexto mercado más grande del mundo para X, con 21,5 millones de usuarios, según la plataforma global de datos y estadísticas Statista. Le anteceden Estados Unidos, Japón, India, Indonesia y Reino Unido.
En julio de 2023, Elon Musk decidió renombrar Twitter como X, con la visión de transformar la plataforma en una “super app”. Esta nueva estrategia buscaba integrar servicios de mensajería, pagos y otros servicios adicionales, similar a aplicaciones como WeChat en China. Este cambio marcó el inicio de una nueva era para la plataforma, con ambiciones de expandir su alcance y funcionalidad.
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El conflicto con el gobierno brasileño comenzó a intensificarse en agosto de 2024. El Supremo Tribunal Federal (STF) ordenó a X eliminar ciertas cuentas que, según el gobierno, difundían mensajes de odio y noticias falsas. X se negó a cumplir con esta orden, argumentando que iba en contra de la libertad de expresión. Esta negativa llevó a (STF) a exigir que X nombrara un representante legal en Brasil, una orden que también fue desobedecida por la compañía.
El 17 de agosto de 2024, X cerró su oficina de representación en Brasil, lo que exacerbó aún más las tensiones con el gobierno.
Esta acción fue vista como un desafío directo a la autoridad legal del país y preparó el terreno para medidas más drásticas.
El 30 de agosto de 2024, la (STF) ordenó el bloqueo de X en todo el país debido a la falta de cumplimiento con las leyes locales. Esta decisión fue un golpe significativo para la plataforma, que perdió acceso a uno de los mercados más grandes de América Latina. El bloqueo entró en vigor el 1 de septiembre de 2024, haciendo que la plataforma fuera inaccesible tanto en la web como en aplicaciones móviles.
La reacción de Elon Musk no se hizo esperar. El 2 de septiembre de 2024, Musk criticó públicamente al juez Alexandre de Moraes, calificándolo de “dictador malvado disfrazado de juez” y acusándolo de censurar la libertad de expresión. Estas declaraciones provocaron una respuesta del presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, quien afirmó que Musk debía cumplir con las leyes brasileñas y rechazó las críticas del empresario.
El conflicto principal gira en torno a la difusión de desinformación y la falta de cumplimiento de las leyes locales por parte de X. La Corte Suprema de Brasil exigió que la plataforma eliminara cuentas específicas y nombrara un representante legal en el país. Al no cumplir con estas órdenes, X fue bloqueada en Brasil.
X seguirá bloqueada hasta que cumpla con sus obligaciones y pague las multas pendientes, que hasta la semana pasada superaban los 3 millones de dólares, según su decisión.
De Moraes también impuso una multa diaria de 50,000 reales (8.900 dólares) para las personas o empresas que utilicen redes privadas virtuales, o VPN, para acceder a X.
Algunos juristas cuestionaron los fundamentos de esta decisión y cómo se aplicará, incluido el Colegio de Abogados de Brasil, que anunció que solicitará al Tribunal Supremo que revise esta disposición.
Sin embargo, la mayoría del tribunal confirmó la multa por el uso de VPN, con un juez en contra a menos que se demuestre que los usuarios utilizan X para cometer delitos.
Brasil es uno de los mercados más grandes para X, con decenas de millones de usuarios. Su bloqueo representó una dramática escalada en una disputa de meses entre Musk y de Moraes sobre libertad de expresión, cuentas de extrema derecha y desinformación.
Starlink se ha negado a cerrar el acceso a la red social a través de su red satelital, que sirve de operador de internet a miles de brasileños. La empresa alegó que la justicia brasileña le ha bloqueado sus cuentas con la intención de garantizar el pago de unos cuatro millones de dólares en multas que adeuda X, lo cual consideró irregular, pues se trata de empresas diferentes. Pero esta postura puede terminar con que Starlink pierda su concesión en Brasil, siguiendo el camino de X, alertó el regulador de telecomunicaciones de ese país.
Este enfrentamiento pone de manifiesto las dificultades que surgen cuando las empresas tecnológicas globales operan en diferentes jurisdicciones, cada una con sus propias normativas y expectativas. La libertad de expresión, un principio fundamental en muchas democracias, a menudo choca con las preocupaciones gubernamentales sobre la desinformación y el contenido extremista. Este equilibrio es difícil de alcanzar y requiere un diálogo constante entre las partes involucradas.
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