El poder de las instituciones en el Premio Nobel de economía - Revista Mercado
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El poder de las instituciones en el Premio Nobel de economía

Por | octubre 14, 2024

Los economistas Daron Acemoglu, Simon Johnson y James A. Robinson fueron galardonados con el Premio Nobel de Ciencias Económicas de 2024. Este reconocimiento resalta su labor investigativa centrada en cómo las instituciones influyen en la prosperidad de las naciones, un tema que resulta esencial para entender las desigualdades económicas y sociales que afectan al mundo contemporáneo.

La importancia de las instituciones en el desarrollo económico

Los tres economistas han dedicado sus estudios a analizar cómo las instituciones, entendidas como las estructuras legales, políticas y económicas que rigen a una sociedad, pueden determinar el éxito o fracaso de las naciones. Este enfoque contrasta con teorías previas que sugerían que la geografía o la cultura eran factores decisivos en el desarrollo económico.

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Acemoglu, Johnson y Robinson argumentan que las sociedades con instituciones inclusivas, es decir, aquellas que permiten la participación de amplios sectores de la población en el proceso político y económico, tienden a ser más prósperas a largo plazo. Por otro lado, las instituciones extractivas, que concentran el poder y los beneficios en una élite, pueden generar ganancias inmediatas para unos pocos, pero no promueven el bienestar general ni el crecimiento sostenido.

Este análisis tiene profundas implicaciones para la forma en que los países abordan sus estrategias de desarrollo. Las políticas públicas y las reformas económicas no solo deben centrarse en los resultados a corto plazo, sino también en la creación de un marco institucional que permita la participación de todos los sectores de la sociedad. Solo de esta manera se puede garantizar un crecimiento económico sostenible y la reducción de la pobreza.

El Premio Nobel de Ciencias Económicas 2024 ha reconocido el trabajo pionero de Daron Acemoglu, Simon Johnson y James A. Robinson en el campo del desarrollo institucional.

El caso de Nogales: Un ejemplo revelador

Uno de los estudios más influyentes de estos economistas es el análisis comparativo de la ciudad de Nogales, que se encuentra dividida por la frontera entre México y Estados Unidos. Esta ciudad sirve como un microcosmos perfecto para demostrar cómo las instituciones, y no la cultura o la geografía, son las que realmente determinan la prosperidad.

Nogales, Arizona, al norte de la frontera, forma parte del sistema económico y político de Estados Unidos. Sus habitantes gozan de derechos políticos amplios y de mayores oportunidades económicas, lo que les permite acceder a una educación de calidad y a mejores opciones de empleo.

Al otro lado de la frontera, en Nogales, Sonora, la situación es completamente diferente. Aunque los residentes comparten una cultura similar a la de sus vecinos del norte, las oportunidades económicas son mucho más limitadas, y el sistema político restringe la participación ciudadana.

Este contraste deja en evidencia cómo las instituciones inclusivas en Estados Unidos, que promueven el Estado de derecho y la igualdad de oportunidades, generan prosperidad. Mientras tanto, las instituciones del sur, aunque han avanzado en las últimas décadas, aún presentan limitaciones que afectan la capacidad de sus ciudadanos para mejorar su calidad de vida.

Herencia colonial y su impacto en las instituciones

Los economistas galardonados también han centrado sus investigaciones en el impacto de la colonización en las instituciones actuales. Argumentan que muchas de las disparidades en el desarrollo entre países pueden rastrearse hasta las instituciones que se introdujeron durante la época colonial. En regiones donde se establecieron instituciones extractivas, centradas en la explotación de los recursos y la población local para beneficio de las potencias coloniales, el desarrollo ha sido más lento.

En contraste, en las colonias donde se introdujeron instituciones más inclusivas, enfocadas en la construcción de un Estado de derecho y en la participación ciudadana, las economías han tenido un crecimiento más sostenido.

Este enfoque histórico es fundamental para entender los desafíos que enfrentan muchos países en la actualidad. Si bien la colonización dejó una herencia de desigualdad institucional, Acemoglu, Johnson y Robinson también demuestran que el cambio es posible. A lo largo de su obra, los economistas han mostrado cómo, en determinadas circunstancias, los países pueden superar sus instituciones heredadas y establecer nuevas estructuras que promuevan la democracia y el desarrollo económico inclusivo.

La posibilidad de cambio institucional

Una de las conclusiones más importantes de las investigaciones de estos economistas es que el cambio institucional es posible, y que este cambio puede llevar a una reducción de la pobreza y a una mayor prosperidad. Aunque las instituciones heredadas de épocas pasadas pueden parecer inamovibles, existen momentos históricos en los que las sociedades pueden transformarse y adoptar nuevas formas de gobierno y de organización económica.

La democratización y la implementación del Estado de derecho son factores clave en este proceso. Las sociedades que logran consolidar instituciones que respetan los derechos individuales, garantizan la igualdad de oportunidades y fomentan la participación ciudadana, tienden a experimentar un desarrollo económico más estable y equitativo.

Este cambio no es sencillo ni inmediato, pero las investigaciones de los galardonados demuestran que, con el tiempo, las reformas institucionales pueden dar lugar a una mejora sustancial en la calidad de vida de la población.

El impacto global de las instituciones inclusivas

En un mundo donde las desigualdades económicas son cada vez más evidentes, el trabajo de estos economistas ofrece una guía clara sobre cómo los países pueden abordar estos problemas de manera estructural. La creación de instituciones inclusivas no solo es fundamental para el desarrollo económico, sino también para la estabilidad política y social.

El análisis de Acemoglu, Johnson y Robinson no se limita a casos específicos, sino que tiene un alcance global. Sus teorías han sido aplicadas en diferentes contextos, desde países africanos y latinoamericanos hasta naciones europeas y asiáticas. Aunque cada país enfrenta desafíos únicos, el principio general se mantiene: las instituciones inclusivas son esenciales para garantizar un crecimiento económico sostenible y una sociedad más justa.

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