El BID y la calidad del empleo en AL: Un índice revelador - Revista Mercado
Amadita

El BID y la calidad del empleo en AL: Un índice revelador

Por | mayo 15, 2024

El empleo es un pilar fundamental para el desarrollo económico y social de cualquier país o región. En el caso de América Latina y el Caribe, la dinámica laboral ha experimentado cambios significativos en las últimas décadas, marcados por fluctuaciones en la calidad y cantidad de los trabajos disponibles.

En ese sentido, la reciente edición del Mejores Trabajos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID),  ofrece una mirada profunda a la situación laboral en la región. Si bien se destaca que la calidad del empleo ha alcanzado su punto más alto desde 2010, persisten desafíos significativos que afectan a la mayoría de los trabajadores.

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El Índice de Mejores es una herramienta esencial para evaluar la calidad y cantidad del empleo en América Latina y el Caribe. Este índice se divide en dos dimensiones: cantidad y calidad.

La dimensión de cantidad se refiere a los aspectos cuantitativos del empleo, como la participación laboral y la ocupación efectiva en los países. Por otro lado, la dimensión de calidad registra aspectos cualitativos, como la formalidad laboral y la suficiencia salarial para superar la pobreza.

Este índice, que se publica cada dos años y se ha convertido en una herramienta crucial para comprender la dinámica laboral en la región.

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La Informalidad laboral y la vulnerabilidad económica

Entre 2010 y 2022, el índice en su conjunto pasó de 54,9 % a 57,6 %, evidenciando una tendencia general al alza, aunque con altibajos.

Sin embargo, las tendencias divergentes en sus componentes son notables. Mientras el componente de cantidad ha permanecido prácticamente estancado, manteniendo una calificación relativamente “alta” (entre 74 y 75 en una escala de 0 a 100), el componente de calidad ha experimentado un crecimiento ligero en los últimos años.

En 2022, la calidad del empleo en la región alcanzó su pico histórico más alto desde 2010: 41,2 % en una escala de 0 a 100. Sin embargo, este puntaje indica que la mayoría de los trabajadores en la región se gana la vida desde la informalidad, y sus ingresos no alcanzan para superar la pobreza.

La informalidad laboral se traduce en salarios bajos, acrecienta la pobreza y la desigualdad y, por ello, frena la productividad.

Según el informe, casi el 55% de los trabajadores laboran en condiciones informales, sin contrato ni cobertura de seguridad social.

La falta de protección social y la insuficiencia de los ingresos laborales para superar el umbral de pobreza hacen que los trabajadores informales sean especialmente vulnerables a caídas en la demanda laboral o a cambios en las condiciones económicas.

Además, la informalidad laboral contribuye a la perpetuación de la desigualdad y la exclusión social en la región, ya que limita el acceso de los trabajadores a oportunidades de desarrollo personal y profesional.

Esta informalidad no solo expone a los trabajadores a mayores riesgos económicos y sociales, sino que también dificulta los esfuerzos por reducir la pobreza y promover el desarrollo sostenible en la región.

 La brecha de género en el ámbito laboral

En 2010, la brecha entre hombres y mujeres en el Índice de Mejores Trabajos en su conjunto era considerable: 23,1 % mayor para los hombres que las mujeres.

Para la última medición disponible de 2022, si bien la diferencia se ha reducido, aún persiste con 20,3 %. Esta tendencia refleja el éxito marginal de los esfuerzos por cerrar la brecha de género en el mercado laboral a lo largo del tiempo.

Las mujeres de América Latina enfrentan empleos de peor calidad que los hombres, con una brecha de 16 % en el Índice de Mejores Trabajos.

La discriminación de género, los estereotipos culturales y las responsabilidades familiares desproporcionadas son algunos de los factores que contribuyen a la brecha de género en el empleo.

Además, las mujeres suelen estar sobrerrepresentadas en sectores mal remunerados y precarios, como el trabajo doméstico, el comercio informal y la economía informal, lo que perpetúa la desigualdad económica.

Esta desigualdad no solo limita las oportunidades económicas de las mujeres, sino que también tiene un impacto negativo en el desarrollo socioeconómico de la región en su conjunto.

La precariedad laboral de los jóvenes

Durante el período de 2010 a 2022, se ha observado un crecimiento ligero en la brecha entre jóvenes y adultos en el Índice de Mejores Trabajos. En 2010, los adultos tenían un índice 8,2 %  mayor que el de los jóvenes, y para 2022, esta diferencia se amplió a 9,4 %.

Los jóvenes también se encuentran entre los grupos más afectados por la precariedad laboral en América Latina. Con una brecha de 15 % en comparación con los adultos, los jóvenes luchan por acceder a empleos de calidad y construir un futuro seguro y próspero.

La precariedad laboral puede tener consecuencias significativas en la vida de los jóvenes y en su bienestar socioeconómico. La falta de estabilidad laboral y seguridad en el empleo puede generar estrés, ansiedad y dificultades para planificar el futuro.

Además, la precariedad laboral puede limitar las oportunidades de desarrollo profesional y el crecimiento económico a largo plazo de los jóvenes.

Esta realidad plantea interrogantes sobre la capacidad de la región para aprovechar su dividendo demográfico y garantizar una transición exitosa hacia una fuerza laboral más joven y dinámica.

Soluciones y propuestas

Este análisis evidencia la necesidad urgente de políticas y acciones que promuevan la creación de empleos de calidad en América Latina y el Caribe.

Es imposible pensar en el desarrollo económico de la región, y en reducir la pobreza que alcanza al 29 % de la población (unos 183 millones de personas), sin una mejora sustantiva de los mercados laborales y del capital humano.

No se trata de mejorar la fotografía de las condiciones laborales actuales, sino de generar y ampliar el acceso a empleos que permitan progresar, generar trayectorias profesionales prolongadas y ascendentes impulsando la productividad a largo plazo.

A pesar de estos desafíos, existen soluciones e iniciativas clave para mejorar la calidad del empleo en América Latina y el Caribe. El BID ha propuesto diversas medidas, como el fortalecimiento de las habilidades de la fuerza laboral, la promoción del empleo formal y el acceso a servicios públicos de empleo.

Estas acciones pueden contribuir a reducir la desigualdad y promover un desarrollo más equitativo y sostenible.

La calidad del empleo en América Latina y el Caribe sigue siendo un desafío importante que requiere una respuesta coordinada y efectiva. Al abordar la informalidad laboral, cerrar la brecha de género y mejorar las oportunidades para los jóvenes, la región puede avanzar hacia un futuro donde cada persona tenga la oportunidad de alcanzar su máximo potencial y contribuir al desarrollo y la prosperidad de la región.

En última instancia, mejorar la calidad del empleo en la región no solo es una cuestión económica, sino también una cuestión de justicia social y derechos humanos.

Todos los individuos tienen derecho a un trabajo digno, seguro y bien remunerado, y es responsabilidad de los líderes políticos, empresariales y comunitarios garantizar que este derecho se cumpla plenamente. Al trabajar juntos, América Latina y el Caribe pueden construir un futuro más justo y próspero para todos sus ciudadanos.¿Cómo generar ingresos pasivos y acortar la brecha de género?

 

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