Carlitos Alcaraz: los cimientos de la sensación del deporte mundial

Por Gabriel Rico Albarrán | julio 16, 2023

¿Qué hace Carlitos Alcaraz tres horas antes de jugar una final de Grand Slam? Dormir la siesta. Sirva la anécdota para comenzar a definir a un deportista que va camino de la leyenda. A sus 20 años, el tenista español tienen en la naturalidad el mejor aliado para explotar su inmenso talento.

En la hierba de Londres, ante Novak Djokovic, comenzó a soltar el brazo después de un mal primer set. La tensión dio paso al vértigo, las sonrisas y su inmenso catálogo de golpes, que le llevaron a conquistar Wimbledon en una epopeya de tenis de 4 horas y 42 minutos (1-6, 7-6, 6-1, 3-6, 6-4).

Con dos Grand Slams en su palmarés y la etiqueta de número 1 del mundo, la ambición de Alcaraz sigue intacta. Quiere más. Quiere ser el mejor y no lo oculta. Es la sensación del deporte mundial, y estos son sus cimientos:

El fracaso como opción, no como temor

Para Alcaraz, la final estaba marcada por un antecedente. Apenas un mes antes, en la semifinal de Roland Garros, el español y Djokovic libraban una batalla épica. Pero su mente dijo basta, y su cuerpo se acalambró. Con el marcador igualado a un set, el murciano apenas pudo moverse y tuvo que entregar el partido.

Contradiciendo a su edad, Alcaraz no eludió el asunto en ningún momento. Sobre la tierra de París, reconoció sin miramiento lo que había sucedido: «no he sabido relajarme ni quitarme la tensión extra», afirmó. Sin excusas. Aceptó la derrota como un aprendizaje, y siguió mirando al futuro con la ambición intacta.

Así, en la previa de una gran final ante el mismo gigante, Alcaraz afrontó el asunto con naturalidad, reconociendo que era una «oportunidad» para superarse. Quería jugar la final y quería al mejor de la historia enfrente.

Alcaraz ha tenido que convivir con la presión desde que era un adolescente. Con el gran ídolo de todo un país llegando al final de su legendaria trayectoria, el murciano fue etiquetado como el sucesor de Rafa Nadal. Un cartel que habría sepultado a muchos, pero que el murciano no ha esquivado en ningún momento.

«No quiero compararme con ellos -referido a Nadal, Federer y Djokovic-, pero es algo que todo el mundo quiere llegar a ser. Voy a intentar parecerme aunque sea una pequeña parte a ellos», afirma, con una sonrisa. Va por el buen camino.

Riesgo y gestualidad

Si algo deslumbra en el juego de Carlitos Alcaraz es su privilegiada relación con el riesgo. El español es un tenista valiente, que utiliza los golpes más osados en los momentos más delicados, casi como una forma de armar su presencia en los partidos. Arriesgar le tranquiliza.

Tras un inicio timorato en el que fue arrollado por el mejor tenista de la historia (1-6 en apenas media hora de primer set), Alcaraz no se rindió, no se amilanó. Su gestualidad estaba destinada a exigirse riesgo, a pedirse a sí mismo golpes ganadores.

Alcaraz soltó la derecha y con ella, los nervios. Comenzó a tirar dejadas, quizás el golpe más arriesgado, máxime ante un muro como Djokovic. Falló varias, acertó con alguna, pero de su mano comenzó a disfrutar.

En el quinto set, con todo en el aire, Alcaraz escribió un poema al riesgo. En su primer servicio de la manga decisiva, un momento crítico que podía marcar la final, el murciano tiró dos dejadas y ejecutó una subida a la red. En el juego decisivo, en el que manejaba la presión de sacar para hacer historia, falló una dejada en el primer tanto. En el segundo, tiró otra, esta vez con éxito, para combinar después una subida a la red y dos servicios letales.

Tanto su utilización del riesgo como su gestualidad, siempre positiva y nunca en busca de excusas, permiten a Alcaraz sacar a relucir su privilegiado talento en los momentos más delicados.

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Conexión con su equipo

«Hablaré con mi equipo y encontraremos la forma de ganarle». Son palabras de Alcaraz en la previa a la final. La simbiosis con su staff técnico es total, e influye en cada fase de cada partido. En momentos de dificultad, de duda, de euforia, de diversión… En todo momento, Alcaraz se gira al box para compartir sus sentimientos con su gente.

Especialmente estrecha es su relación con su entrenador, el exnúmero 1 del mundo Juan Carlos Ferrero. Su rictus tranquilo, serio, sin un ápice de exaltación positiva o negativa es una fuente de inspiración para que Alcaraz no pierda el foco.

Ferrero apostó por Alcaraz cuando apenas era un niño (13 años) y el entrenador tenía ofertas de primeras raquetas del panorama mundial como Tsisipas, Thiem o Halep «Cuando llegó a la academia era un fideo, tenía rapidez, pero no tenía músculos», explica Ferrero. «Pero sí vimos algo muy especial. Tenía todo lo que tiene ahora, pero en pequeño».

Sobre esa apuesta se gestó una relación intensa, casi paternal, que se traslada a la cancha. Ferrero da soluciones y aporta tranquilidad a un torbellino como Alcaraz. En ocasiones, incluso, le incita a encontrar su camino, sin excusas. Sucedió en los cuartos de final del último US Open, ante Jannick Sinner.

El joven tenista no encontraba la fórmula de descifrar al italiano y se giró al box preguntando: «¿A dónde saco?». Ferrero sonrió con un gesto tranquilo, pero con el que le invitaba a que fuese él mismo quien tomara las decisiones. Un riesgo destinado a cultivar su visión de juego y su independencia para manejar situaciones críticas a largo plazo.

Ferrero es el mentor al que Alcaraz acude constantemente. Su relación de confianza eleva el talento del tenista a su máximo potencial.

Las marcas que acompañan sus pasos

Además de Ferrero y su staff, Carlitos Alcaraz ha recibido el apoyo de grandes marcas en su camino hacia la cumbre mundial. Se estima que actualmente el murciano ingresa alrededor de los US$10 millones anuales en patrocinios.

Nike y la firma francesa de material de tenis Babolat son los dos principales patrocinadores de Alcaraz. En el caso de la multinacional estadounidense, viste al tenista español desde 2020, cuando tenía 16 años y acababa de entrar en el circuito profesional. Era el número 492 del mundo. Babolat llegó incluso antes, en 2013; Carlitos tenía 10 años.

Atraídas por su talento, su increíble conexión con el público, su juego deslumbrante y su carácter positivo, la lista de marcas que se han ligado a la imagen de Alcaraz ha crecido en los últimos años. Rolex, BMW o Calvin Klein forman parte de su núcleo de sponsors.

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Su tenis, su sonrisa, su personalidad y su ambición han conquistado el planeta. «Mi sueño es jugar la final de Wimbledon, y si puede ser, contra Novak Djokovic», afirmó antes de comenzar el torneo, sin importarle el desagradable antecedente de París.

Nadie fuera del Big 4 (Djokovic, Federer, Nadal y Murray) había ganado Wimbledon en las últimas dos décadas. Hasta que llegó Carlitos. De los 78 partidos que Djokovic había comenzado por delante en Wimbledon (es decir, ganando el primer set), había ganado 77. Hasta que llegó Carlitos.

¿Cuál será el siguiente sueño de la estrella que más brilla en el deporte mundial?

Borja Santamaría y Gabriel Rico Albarrán, con fotos de Wimbledon

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