El Salvador contiene la respiración por el bitcoin. Su economía se mueve en una tensión constante, marcada por la cotización de la criptomoneda. Desde que su presidente, Nayib Bukele, decidiese adoptarla como moneda oficial, el día a día del país gira en torno a las gráficas, las subidas o bajadas de un activo especialmente volátil. Y en las últimas semanas, las noticias no son buenas. Todo lo contrario.
El valor del bitcoin se ha desplomado. Alcanzó su máximo histórico el 10 de noviembre, con una cotización de US$68 mil 991. Medio año después, ha caído más de un 50%, poniendo en jaque a sus principales inversores. Los que tienen la posibilidad de marcarse un horizonte a largo plazo, pueden manejar la situación con sangre fría. No es el caso de Bukele y su país.
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El Salvador debe afrontar su próximo pago de deuda en enero, US$800 millones en Eurobonos, y las previsiones no son nada halagüeñas. La cotización de los bonos del país, que vencen en 2032, se ha estrellado. Actualmente es un 40% del valor nominal. Complicaciones originadas, en gran medida, por la arriesgada decisión de Bukele.
El mandatario se jugó gran parte del futuro de su economía a una jugada arriesgada. Apostó por la carta del bitcoin, pero se topó con la propia naturaleza de una moneda efervescente, cuyo valor está sujeto a demasiadas variables difíciles de controlar. La incertidumbre por la guerra de Ucrania, la inflación generalizada o la subida de intereses de la Reserva Federal de Estados Unidos han torpedeado el valor de la criptomoneda.
Así, la calificadora Moody’s redujo la nota de El Salvador al nivel ‘Caa3’. O lo que es lo mismo, considera que el país está al borde del impago. «La decisión refleja un aumento de la probabilidad de que se produzca un evento crediticio -reestructuración, canje de deuda o impago- con una gravedad relativamente alta», señaló Moody’s.
Consulta: ¿Debería El Salvador eliminar el bitcoin como moneda de curso legal?
La calificadora justificó la rebaja de la nota «por la falta de un plan de financiación creíble, un factor que agudiza los riesgos crediticios derivados del acceso restringido a los mercados» y «los angustiosos rendimientos de la deuda externa de El Salvador». Además, el país «se enfrenta a un difícil calendario de amortización de la deuda con vencimientos de bonos en 2023 y 2025, en un contexto de continuas tensiones y necesidades de financiación persistentemente elevadas».
Pese a ello, Bukele volvió a mover ficha, y no precisamente para batirse en retirada. El presidente de El Salvador anunció hace menos de una semana la compra de 500 bitocoins por más de US$15.3 millones. «¡El Salvador acaba de comprar la caída! 500 monedas a un precio promedio en dólares de 30.744», tuiteó.
El Salvador just bought the dip! ??
500 coins at an average USD price of ~$30,744 ?#Bitcoin
— Nayib Bukele (@nayibbukele) May 9, 2022
Un presunto optimismo que contrasta con la decisión de retrasar la emisión de US$1,000 millones en bonos que el gobierno salvadoreño tenía prevista para marzo. La razón oficial fue dar prioridad a una reforma de pensiones.
Bukele anunció su decisión de adoptar bitcoin como moneda oficial en junio, a través de un video emitido en una conferencia sobre la criptomoneda en Miami. El mensaje fue vitoreado por un auditorio entregado y la medida entró en vigor en septiembre.
«En cada restaurante, hotel, banco, transacción personal, si quieres vender un auto, todo podrá pagarse con bitcoins o dólares», afirmo el presidente días después. «El bitcoin será tratado como moneda nacional, todos tendrán que aceptarlo«.
Pero lejos de los focos y los aplausos, eran numerosas las señales que advertían del enorme peligro que corría la economía salvadoreña. El Fondo Monetario Internacional (FMI) no tardó en instar al país a eliminar el bitcoin como moneda oficial. «La adopción del bitcoin como moneda genera una serie de cuestiones macroeconómicas, financieras y legales que requieren un análisis muy cuidadoso», afirmó Gerry Rice, portavoz del FMI.
El contexto del país tampoco invitaba a la confianza. Cabe tener en cuenta que El Salvador es uno de los países de América Latina con niveles más bajos de acceso a internet. Una situación especialmente acusada en las zonas rurales.
La enorme volatilidad de la criptomoneda pintaba un panorama de altos y bajos para una de las economías más débiles de América Latina. De hecho, las propias reticencias del FMI son una seria amenaza, ya que el Fondo es un aliado clave para que El Salvador pueda hacer frente a sus obligaciones de deuda. Sobre la mesa está un posible acuerdo de US$1,300 millones que país y FMI no han alcanzado.
Entonces, ¿por qué Bukele tomó una decisión así? El presidente explicó sus objetivos al presentar la medida. Pretendía «dar inclusión financiera a miles de personas fuera de la economía formal», ya que «el 70% de la población salvadoreña no tiene una cuenta bancaria y trabaja en la economía informal».
También puso el foco en la transferencia de remesas, con el objetivo de eliminar intermediarios. En 2020, las remesas enviadas por salvadoreños desde el extranjero suponía un 22% del PIB del país. «Mediante el uso de bitcoin, la cantidad recibida por más de un millón de familias de bajos ingresos aumentará en el equivalente a miles de millones de dólares cada año. Esto mejorará la vida y el futuro de la población», aseguró.
En el plan figuraba la emisión de bonos por valor de US$1,000 millones anteriormente citada, como vía para conseguir beneficios rápidos y hacer frente a la deuda del país. Pero la jugada se ha chocado con la realidad, colocando a El Salvador al borde del abismo financiero.
(BS)
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