Joseph Aloisius Ratzinger, el Papa emérito Benedicto XVI, falleció a sus 95 años de edad luego de una serie de complicaciones en estado de salud. La confirmación de su fallecimiento provino del portavoz de la Santa Sede, Matteo Bruni.
Ratzinger era considerado uno de los grandes teólogos de la Iglesia Católica, al tiempo que sus detractores lo señalaban de poco popular y frío en su trato, que contrasta con la popularidad y aceptación del Papa Francisco.
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Las dos renuncias previas de un Papa ocurrieron en 1294 con la salida de de Celestino V (Pietro Angeleri di Murrone) y en 1415 cuando renunció Gregorio XII (Angelo Correr).
Tras estudiar filosofía y teología, fue ordenado sacerdote en 1951, antes de convertirse en catedrático de Dogma y ofrecer una contribución como experto en el Concilio Vaticano II (1962-1965) que le hizo destacar.
Antes de su pontificado Ratzinger había tenido una carrera eclesiástica primero como teólogo, luego como obispo de Munich y posteriormente en la curia romana donde, como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, había sido colaborador cercano de Juan Pablo II.
La carrera de Ratzinger empezó con posturas reformistas, estuvo entre los jóvenes teólogos que ayudaron a impulsar la modernización de la iglesia en el Concilio Vaticano II, pero posteriormente tuvo un giro hacia el conservadurismo, como rechazo al movimiento estudiantil de 1968 que vivió como profesor de teología en Tubinga (suroeste de Alemania).
Ratzinger había llegado a Tubinga por recomendación del teólogo suizo Hans Küng, con quien había coincidido en el Concilio Vaticano II y que posteriormente sería uno de sus principales oponentes.
Mientras que Ratzinger se haría cada vez más conservador, temiendo que un exceso de apertura llevase el relativismo, Küng radicalizó sus posturas reformistas y ecuménicas en busca de un diálogo con las otras confesiones cristianas y con otras religiones.
Su papado estuvo salpicado por el escándalo de los abusos contra menores cometidos por sacerdotes en diferentes países. Por otro lado y con la filtración de documentos del Vaticano, conocidos como Vatileaks, donde se exponía una trama de corrupción y malas prácticas al interior de la Iglesia y del Banco del Vaticano.
«(…) Después de haber examinado ante Dios reiteradamente mi conciencia, he llegado a la certeza de que, por la edad avanzada, ya no tengo fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio petrino. (…)». Con estas palabras, Benedicto XVI puso fin a su gestión al frente de la Iglesia Católica en febrero de 2013.
A pesar de su anuncio de permanecer «oculto al mundo», hubo momentos de convivencia entre ambos pontífices, su presencia en algunas ceremonias oficiadas por Francisco y fotos e imágenes de las numerosas visitas que ha recibido en esos años.
Con el paso del tiempo, la presencia de Benedicto XVI se hizo más presente, lo que, para muchos, se trató de una manipulación del sector más conservador para usar al papa emérito contra Francisco.
El Papa emérito había pedido como última voluntad que su funeral fuera «lo más sencillo posible, solemne pero sobrio».
La capilla ardiente de Benedicto XVI se abrió el pasado lunes hasta el miércoles 4, mientras que será el jueves 5 de enero cuando Francisco presida su funeral en la plaza de San Pedro.
El Vaticano deberá ahora empezar a aclarar cómo se seguirán estos ritos en el caso de una figura como Ratzinger, pues no existe un protocolo preestablecido para el caso de los «eméritos».
Por ejemplo, entre las dudas que quedan por resolver, está el lugar en el que el papa emérito será enterrado, aunque presumiblemente será en la cripta en la que reposan sus antecesores en la basílica vaticana. Tampoco se ha dado a conocer si, como indica la tradición, el cuerpo del papa será colocado en tres féretros: uno de ciprés forrado de terciopelo carmesí y encajado en otro de plomo de cuatro milímetros de espesor, a su vez encajado en otro de madera de olmo barnizada.
Por Gabriel Rico Albarrán / EFE
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