El apagón que afectó a España y Portugal el pasado 28 de abril ha encendido las alarmas sobre la fragilidad de las infraestructuras energéticas. Aunque las investigaciones preliminares descartan por ahora que el incidente haya sido causado por un ciberataque, el Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés) advierte que eventos de este tipo reflejan una preocupante exposición a amenazas digitales que podrían tener consecuencias de gran alcance.
En un artículo publicado en su sitio web oficial, el WEF —organizador del prestigioso Foro de Davos— retoma los hallazgos de su informe sobre ciberseguridad publicado en enero, en el que se subraya que la dependencia tecnológica moderna implica un elevado consumo energético, lo que convierte a las redes eléctricas en objetivos potenciales para ciberdelincuentes.
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Asimismo, la organización enfatiza que la actual transición energética hacia fuentes renovables, aunque positiva en términos de sostenibilidad, introduce nuevas vulnerabilidades que pueden ser explotadas para causar interrupciones deliberadas con fines económicos o políticos.
Aunque la operadora española Red Eléctrica ha declarado que no se detectó ninguna intrusión en sus sistemas, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha sido enfático en señalar que todas las hipótesis siguen sobre la mesa. Por su parte, la Audiencia Nacional ha abierto una investigación para determinar si pudo haber algún tipo de sabotaje informático.
El WEF cita como antecedente el ataque que sufrió Ucrania en 2015, cuando un ciberataque atribuido a actores rusos dejó sin electricidad a cientos de miles de personas. Este precedente evidencia que la amenaza es real y que las redes eléctricas pueden ser utilizadas como armas geopolíticas.
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Frente a este escenario, el Foro Económico Mundial insta a los países a adoptar medidas preventivas más robustas. Entre sus recomendaciones destacan:
En palabras del WEF, “la fiabilidad de la infraestructura energética moderna es clave no solo para la economía, sino también para la estabilidad social”. La lección tras el apagón ibérico es clara: invertir en ciberseguridad energética no es opcional, es urgente.
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