¿Cómo vencer la fobia a la vacuna?

Por Karime Rivas | febrero 15, 2021

Es probable que el mundo se enfrente pronto a un nuevo y serio desafío en la lucha contra el covid-19: la indecisión ante las vacunas. En Estados Unidos y el Reino Unido, un gran número de personas -al menos 30%- ha dicho en encuestas recientes que no están seguras de vacunarse o, derechamente, que rechazarán una vacuna que pueda protegerlos del coronavirus y desacelerar su propagación. Es probable que estas cifras estén subestimando el problema. Las personas podrían decirles a los encuestadores que se vacunarán, cuando en realidad no lo harán. Y el problema podía ser aún peor si se lanza una vacuna en virtud de una excepción acelerada para «uso de emergencia» frente al habitual proceso de aprobación, que generalmente es más prolongado, ya que eso aumentaría las inquietudes de las personas en torno a la rapidez.

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¿Qué se puede hacer? Para responder a esa pregunta, debemos entender por qué algunas personas son reacias a vacunarse. La investigación analiza la influencia de tres factores, a menudo conocidos como las tres «C». 

El primero es la conveniencia. Los seres humanos sufren de inercia, y muchas veces dejan las cosas “para después”. Si no es tan fácil vacunarse, muchas personas no lo harán.

La proximidad física a los sitios de vacunación ayuda; al igual que tiempos de espera más cortos. Las colas largas molestan, así como el papeleo y los obstáculos administrativos. Si el objetivo es una inmunidad generalizada, las autoridades no deben subestimar la importancia de eliminar los inconvenientes, tanto pequeños como grandes. Lo bueno es que, cuando es posible acceder fácilmente a las vacunas, la tasa de vacunación aumenta enormemente, incluso entre las personas que tienen dudas.

El segundo factor es la complacencia. Con respecto a las enfermedades, muchas personas tienden a pensar que su riesgo personal es bajo. El “sesgo de optimismo”, como se le llama, hace que la vacunación parezca innecesaria.

El tercer factor es la confianza. Esto es, la confianza pública en la eficacia y la seguridad de la vacuna, y también en las motivaciones y la competencia de quienes la respaldan. Muchas personas desconfían de las vacunas en general; muchos otros desconfían de algunas vacunas en particular, o de aquellas nuevas, de las que podrían pensar que no están adecuadamente testeadas. En su forma extrema, la desconfianza convierte a algunas personas en activistas de movimientos antivacuna.

En el contexto del covid-19, la desconfianza podría perfectamente ser un problema particular, que puede llevar a muchas personas a pensar: “no voy a ser un conejillo de indias humano”, o al menos a esperar un tiempo antes de vacunarse. Durante ese período de espera, muchas personas podrían enfermarse.

La confianza puede ser el hueso más duro de roer. La información errónea fortalece la desconfianza pública y, con respecto a una vacuna contra el covid-19, es probable que haya mucho de eso. Y frente a la vacunación, algunas personas muestran “reactancia”, lo que significa que tienen una actitud negativa ante las solicitudes o requisitos oficiales, y se rebelan contra ellos.

Lo bueno es que se puede desmentir la información errónea, principalmente enfatizando los hechos, sin enfocar la atención en las falsedades (mencionarlas, incluso al intentar desmentirla, puede ser contraproducente).