Muchas veces abordar una conversación en el entorno puede ser algo abrumador, pero evitarla puede ser aún más perjudicial para nuestra carrera de lo que creemos. En la mayoría de los casos la falta de comunicación es el impedimento para obtener esos ascensos o reconocimiento que sentimos que merecemos.
A este respecto, Beatriz Ramiro, coach personal y ejecutivo, experta en inteligencia emocional declaró en une entrevista para Vogue, “tenemos mucho miedo a que nos dejen de querer y nos dejen de aceptar. Parece que suena raro cuando hablamos de un jefe, porque a mí me puede dar igual que mi jefe no me quiera, pero la realidad es que necesitamos sentirnos valorados por ellos”.
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Y aunque insistamos en culpar al otro de no propiciar el ambiente ideal para el diálogo, en realidad es la falta de asertividad la causante de nuestra decepción. “Si no tuviera miedo a fracasar, ¿qué haría? A mí esta pregunta me sirve mucho. Qué hacer si supiera que me va a salir bien la jugada”. Ramiro dio esas claves para enfrentarnos con éxito a la conversación que más quebraderos de cabeza provoca en las oficinas.
Encuentra el momento. Aunque el trabajo del jefe sea escuchar, tenemos que entender que no todos los momentos serán los más indicados para que nos preste atención. Obsérvate antes de solicitar el encuentro con tu jefe y valora tu estado emocional. Trata de estar lo más tranquila posible, antes de iniciar una conversación.
Prepara tu cuerpo. Revisa tu postura corporal y adopta una que vaya acorde con lo que estás a punto de comunicar, evita que tu cuerpo te anule dándote poca credibilidad a las palabras.
Imagina la escena. “Es muy útil visualizarte. Cuando vas a tener una conversación muy importante repasa mentalmente la escena: cómo me voy a sentir, cómo voy a actuar, qué tono de voz voy a utilizar… esto hace que la mente empiece a tomar eso como si fuese una realidad y cuando llegue el momento de la conversación ya habré tenido una práctica y, por lo tanto, tendré más probabilidad de que la conversación vaya como yo quiero que vaya”, indica Ramiro.
Observa a tu jefe. “Se trata de sintonizar con cómo está la otra persona al principio de la conversación. Si yo entro y mi jefe está hablando muy en serio a lo mejor si hago una broma la otra persona no está muy receptiva y la comunicación se puede ver interrumpida. Si mi jefe está de broma yo puedo iniciar una conversación con otra broma y, poco a poco, ir hablando cada vez más en serio”. Ramiro pone un ejemplo muy gráfico: imaginemos que vamos a pescar. En el anzuelo nunca pondríamos una comida que me guste a mí, sino la que atrae al pez.
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