María Elmufdi, reconocida arquitecta dominicana nos revela íntimamente aspectos de su proceso creativo e inspiración, incluso, nos cuenta que sufre un poco al iniciar un proyecto, “siempre me cuestiono demasiado. Por más experiencia que voy adquiriendo todavía me asalta el miedo a un proyecto nuevo”, y agrega, “nunca me duermo en mis laureles, el temor a no hacer un buen trabajo me mantiene alerta”.
Cada proyecto nuevo es para ella un desafío y una grandísima responsabilidad. Solo cuando empieza a tratar al cliente, a escucharlo y a entender los espacios, es cuando logra romper el hielo y se permite la libertad de interpretarlo usando su propio lenguaje.
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“El compartir ideas y entender como el cliente vive y piensa es una etapa muy enriquecedora donde aprendemos todos: el cliente, mi equipo y yo”, nos afirma.
Durante esta entrevista, la arquitecta María Elmufdi, nos habla de unos nuevos proyectos en Casa de Campo, La Romana, en los que incluye su propia casa. El concepto en estas “Casas de fin de semana”, son los espacios de tamaño más reducido y diferentes, tan genuinos y fascinantes como todas sus propuestas. “Son proyectos de tamaño más reducido, diferentes a los que usualmente nos toca trabajar. En estos proyectos trabajamos con un presupuesto prudente ya que son casas de fin de semana”.
Con la arquitectura de Elmufdi Whipple Arquitectos, el diseño de interiores de María Elmufdi, Paula Domínguez y Reyes Gil, estas “Casas de fin de semana” se caracterizan por contar con presupuestos prudentes, cargados de herencia, valor sentimental y respeto al medio ambiente.
Nos habla con orgullo sobre su firma y de cómo convergen las venas moderna y colonial de ella y su socio, lo que se ha convertido en un sello. La primera impresión que tiene el observador de tus proyectos es que transmiten frescura y armonía.
Busco lograr que los espacios que intervengamos den sensación de paz. Son espacios cómodos, ligeros, sin formalidad, de colores suaves y tranquilos. La apertura a la luz natural y al exterior es siempre muy importante para mí. Paso un tiempo entendiendo la ubicación y la arquitectura del proyecto antes de proponer los interiores, pues no me gusta competir sino complementar calladamente.
Cada proyecto te pide ser de un estilo propio, hay que saber observar y escuchar antes de intervenir. En la arquitectura mi socio, Lowell Whipple, y yo tenemos un balance muy especial. A los dos nos gustan las líneas limpias, rectas, los espacios funcionales, la luz y los materiales naturales. Él tiene una vena moderna y yo una vena colonial. Con la mezcla, hemos logrado una arquitectura tropical, atemporal, ligera, de escala humana y hasta femenina, podríamos decir.
Tenemos la dicha de que la mayoría de nuestros clientes confían en nuestros criterios y nos permiten decidir. Pero, nosotros animamos siempre al cliente a que participe lo más posible. Ellos aprenden de nosotros y nosotros de ellos. Ese es el éxito de un proyecto, que el cliente se sienta identificado en sus espacios porque sus gustos, ideas, sugerencias y observaciones fueron escuchadas e interpretadas por nosotros.
Si la arquitectura es buena, no es necesario mucho mobiliario, ni revestimientos ni accesorios. Una arquitectura buena debe contar intrínsecamente con entradas de luz natural, materiales atemporales y naturales, espacios que hasta vacíos sean interesantes. Si la arquitectura es pobre, entonces hay que levantarla con los interiores. Ahí tenemos que apoyarnos en una buena iluminación y un mobiliario atractivo.
Usualmente, en cualquier proyecto, me gusta trabajar el estar familiar y el dormitorio principal. Ambos lugares de descanso y de refugio. En casi todos nuestros proyectos incluimos un pantry o comedor informal, el cual también me ilusiona ambientar, ya que es un espacio que se vive en familia diariamente de manera casual.
Mi casa, mi laboratorio, es donde experimento con libertad y soltura. Es una vivienda pequeña que nos permitió crecer felizmente como matrimonio y como familia. Mis hijos y mi esposo me permitieron madurar, experimentar, cambiar y ahora ellos tienen ojos críticos y aprueban o desaprueban mis constantes ideas y sorpresas. Es el lugar donde me he permitido usar color y salirme de mi zona neutra de confort. Traigo piezas de segunda mano de mis viajes, casi siempre de mercados o pulgueros, y me encanta cómo lucen entre texturas más caribeñas.
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