Del enojo al hambre: ¿Por qué tu estómago puede dejarte de mal humor?

Por | marzo 1, 2024

El comer es considerado uno de los mayores placeres de la vida, y cada vez que es posible ingerimos los alimentos que nos gustan, siendo aquellos que nos aportan más energía, (los dulces, procesados, etc), entonces, cuando nos alimentamos recompensamos a nuestro organismo y esa señal llega al cerebro, por lo que nuestro cuerpo produce niveles más altos de dopamina, el neurotransmisor asociado con el placer y la satisfacción.

Pero ¿qué pasa cuando tenemos hambre y no comemos al instante? Al pasar las horas sin comer el nivel de los nutrientes tiende a bajar en la sangre y si se reduce demasiado el cerebro lo percibe como si se tratara de una situación amenazante porque este órgano depende especialmente de la glucosa para funcionar. Además, cuando baja el nivel de glucosa en la sangre, el cerebro le envía señales a varios órganos para que sinteticen y liberen hormonas que incrementarán los azúcares.

Entre esas hormonas están la epinefrina y el cortisol, que también se liberan en situaciones de estrés y nos hacen reaccionar de manera defensiva en situaciones que podrían amenazar nuestra vida.

Consecuentemente, a falta de saciar nuestro cuerpo empezamos a experimentar ciertos comportamientos como la falta de concentración, se es más propenso a cometer errores, tener mal humor y hasta reaccionar explosivamente con personas con las que tenemos una relación más cercana.

Además, tanto el hambre como el enojo están influenciados por genes comunes que producen el neuropéptido Y, un químico natural que puede estimular comportamientos alimenticios compulsivos y también desencadenar respuestas agresivas.

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Perspectiva científica

La clase médica se ha preocupado en investigar el vínculo entre el hambre y el mal humor, lo que llevó a la realización de un estudio de la Universidad Anglia Ruskin (ARU) en el Reino Unido y de la Universidad de Ciencias de la Salud Karl Landsteiner en Austria.

La investigación arroja luz sobre la verdadera naturaleza del «hangry». Contrariamente a la creencia popular de que esta sensación es simplemente una reacción caprichosa ante la falta de alimentación.

Se ha demostrado que sentir hambre está relacionado con niveles más altos de ira e irritabilidad, así como con una disminución en los niveles de placer.

«Muchos de nosotros ya somos conscientes de que tener hambre puede influir en nuestras emociones, pero, sorprendentemente, hay muy poca investigación científica centrada en tener ‘hambre’. El nuestro es el primer estudio que examina la sensación de estar hambriento fuera de un laboratorio. Y, al ‘observar’ a las personas en su vida cotidiana, descubrimos que el hambre estaba relacionada con los niveles de ira, irritabilidad y placer», ha explicado el autor principal del estudio, Viren Swami, profesor de Psicología Social en la Universidad Anglia Ruskin (ARU).

¿Qué hacer para prevenirlo?

Lo más recomendable en este tipo de casos es evitar llegar a un estado de hambre extrema. Es importante comer antes de sentir una gran necesidad de hacerlo, aunque resulte tentador recurrir a alimentos poco saludables que proporcionan un aumento rápido de azúcar en la sangre, es vital optar por alimentos más nutritivos, debido a que estos mantendrán los niveles de glucosa de manera más estable a lo largo del tiempo.