Christopher Brosse, el ecoinfluencer que no cree en la basura

Por [email protected] | diciembre 4, 2022

La COP27 fue el escenario de negociaciones, manifiestos y contactos entre ejecutivos de diversos países. Pero en la cumbre también hubo espacio para un movimiento emergente, que tiene en Greta Thunberg su exponente más mediático pero en el que comienzan a florecer figuras con cada vez más peso entre públicos distintos. Son los ecoinfluencers. Algunos de ellos participaron en la citada conferencia de Naciones Unidas celebrada en Sharm el Sheij, Egipto. Es el caso de Christopher Brosse.

Nacido en 1992 en San José, Costa Rica, Brosse es licenciado en Ciencias Políticas, una disciplina que define como «un mar de conocimiento con tres centímetros de profundidad». Su pasión por la sostenibilidad comenzó a nutrirse cuando, con 19 años, comenzó a trabajar en una ONG dedicada a promover el acceso al agua. De origen francés, posteriormente colaboró en una investigación de la Unión Europea «sobre la cantidad de mercurio en las truchas y salmones», y también emprendió proyectos con el foco en la economía circular. El título de su libro contiene parte de la esencia de su pensamiento y acción: «La Basura No Existe. Hacia el suprarreciclaje y la Economía Circular».

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Ecoinfluencer en TikTok e Instagram

Una labor silenciosa hasta que, durante la pandemia, Brosse decidió trasladar su filosofía sostenible, su conocimiento y su experiencia a un público joven, interesado por el futuro del planeta. Decidió descargarse TikTok y abrir un perfil. Actualmente, el costarricense cuenta con más de 110 mil seguidores, además de 23 mil en Instagram.

En los dos canales, Brosse comparte contenido que va desde la economía circular hasta la econansiedad, pasando por el «superreciclaje»o las innovaciones verdes. «Tengo una comunidad muy linda y respetuosa», afirma en una entrevista a la agencia EFE concedida durante la COP27. «Saben que me esfuerzo mucho en darles un contenido de valor y hay confianza en la relación. Me siento muy orgulloso porque no me siguen por mi estilo de vida, sino por el conocimiento que co-construimos».

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El tono de Brosse se aleja del fatalismo, que desemboca en uno de los temas que más trata: la ecoansiedad. «Es un miedo muy fuerte ante la crisis climática; hay jóvenes que no quieren vivir y han perdido sus motivaciones porque no le encuentran sentido a estar vivos en un planeta que va tan mal. Intento hacerles ver que también hay miles de cosas buenas pasando«, alejándose de premisas como «el mundo se acabará en cinco años».

La fórmula DAR

Para ello, el autodenominado «ecotiktoker» apuesta por un contenido que cumpla la fórmula DAR: dato, acción, reflexión. Da un ejemplo. «El 98% de los osos polares están en extinción (dato), y esta es una cosa que puedes hacer por ellos (dices la acción). Sabemos que no es suficiente, pero lo primero que hay que hacer es actuar de forma urgente (reflexión)». Un tipo contenido con el que ha logrado conectar e influir en una base de seguidores, en su mayoría latinoamericanos, que sigue creciendo.

Además de su faceta como ecoinfluencer, Brosse trabaja «como investigador en innovaciones sostenibles y circulares para América Latina desde Nelis Global, una ONG con base en Japón. También soy coach de Economía Circular para empresas y proyectos».

Cuando pensamos en un influencer, tendemos a relacionarlo con campos como la moda, el marketing o incluso las finanzas. En los últimos tiempos, la sostenibilidad y la ecología se han abierto paso en los intereses de las nuevas generaciones. Por ello, el movimiento ecoinfluencer, en pleno crecimiento, ha llegado para quedarse.

Borja Santamaría

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